miércoles, 31 de marzo de 2010

Dolor de tímpanos

Ese peazo de señó... (Leer con voz de Chiquito)

No, va, en serio, que me pierdo. Empecemos de nuevo:

Ese señor que sube al Metro y que toca un instrumento a cambio de que los buenos viajeros le den unas monedas se coloca justo a tu lado y empieza a tocar el acordeón. La melodía es horrible, una mezcla entre música de verbena y tonadilla popular de hace 20 años de algún país del Este... El problema no es que lo que toca el señor sea espantoso, que lo es, sino que toca MUY ALTO, y no olvidemos, está a tu lado. El señor sigue a lo suyo, sonriente y tan tranquilo, sin inmutarse ni percatarse que absolutamente toda la gente del vagón pone caras raras y se tapa los oídos. El acordeón suena tan alto que te retumban los tímpanos de mala manera. Os vais a quedar todos volaos. Cuando el señor acaba de tocar esa monstruosidad hecha canción, con ese sonido agudo típico del acordeón y una base de fondo que ni el peor jingle del mundo, se empieza a pasear por el vagón esperando unas monedas de la buena gente que allí se encontraba. Algunos le dan (dinero, no hostias, que las merecía), otros no. Algunos le giran la cara, otros se hacen los dormidos. Unos se levantan echamente para darle calderilla, otros hacen ver que no tienen nada suelto. Cuando ya ha hecho la ronda y vuelve a su posición inicial, esto es, a tu lado, y como en el fondo eres una medio buena persona, le das 85 céntimos en monedas de cobre, que es lo único que llevas en el bolsillo (estamos a finales de mes y se nota) y muy educadamente, aun con los oidos doloridos, le dices "No se ofenda, pero toca usted muy alto". El señor no entiende muy bien lo que dices, y tú se lo repites "Que toca usted muy alto..." El señor sigue sin comprender.

El señor es sordo.

Dolor de tímpanos

Ese peazo de señó... (Leer con voz de Chiquito)

No, va, en serio, que me pierdo. Empecemos de nuevo:

Ese señor que sube al Metro y que toca un instrumento a cambio de que los buenos viajeros le den unas monedas se coloca justo a tu lado y empieza a tocar el acordeón. La melodía es horrible, una mezcla entre música de verbena y tonadilla popular de hace 20 años de algún país del Este... El problema no es que lo que toca el señor sea espantoso, que lo es, sino que toca MUY ALTO, y no olvidemos, está a tu lado. El señor sigue a lo suyo, sonriente y tan tranquilo, sin inmutarse ni percatarse que absolutamente toda la gente del vagón pone caras raras y se tapa los oídos. El acordeón suena tan alto que te retumban los tímpanos de mala manera. Os vais a quedar todos volaos. Cuando el señor acaba de tocar esa monstruosidad hecha canción, con ese sonido agudo típico del acordeón y una base de fondo que ni el peor jingle del mundo, se empieza a pasear por el vagón esperando unas monedas de la buena gente que allí se encontraba. Algunos le dan (dinero, no hostias, que las merecía), otros no. Algunos le giran la cara, otros se hacen los dormidos. Unos se levantan echamente para darle calderilla, otros hacen ver que no tienen nada suelto. Cuando ya ha hecho la ronda y vuelve a su posición inicial, esto es, a tu lado, y como en el fondo eres una medio buena persona, le das 85 céntimos en monedas de cobre, que es lo único que llevas en el bolsillo (estamos a finales de mes y se nota) y muy educadamente, aun con los oidos doloridos, le dices "No se ofenda, pero toca usted muy alto". El señor no entiende muy bien lo que dices, y tú se lo repites "Que toca usted muy alto..." El señor sigue sin comprender.

El señor es sordo.

jueves, 18 de marzo de 2010

Captcha captcha captcha!

Los mejores captchas que me han salido en  Lockerz:

ass ergo
poniatowki pichon
Oro chumminer
states semental
The exigency
Emilioville Mc
Weare schultz
Art Dondero
The slips

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Los mejores captchas que me han salido en  Lockerz:

ass ergo
poniatowki pichon
Oro chumminer
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The exigency
Emilioville Mc
Weare schultz
Art Dondero
The slips

martes, 16 de marzo de 2010

Frase hostiable de la semana: Hoy, "No, yo es que soy de letras" / "No, yo es que soy de ciencias"

"No, yo es que soy de letras" / "No, yo es que soy de ciencias", que es una forma elegante de decir "No me apetece un carajo pensar, por consiguiente paso de tí y de tu conversación, y si me dejas en paz y no me pones en ridículo por mi vaguería y/o torpeza en público, mejor que mejor" (así a groso modo y resumiendo).

Pongámonos en contexto. Estás en medio de una conversación, que si patatín, que si patatán, y de repente:

- "¿...Y cuánto son 8x7? ¡Macho que no me sale!"
- "Tronco, calla, ni idea, yo es que soy de letras, hasta las matemáticas avanzadas no llegué en el insti..."

CLARO que sabes cuánto es 8x7, lo que pasa es que te importa dos pimientos y no quieres gastar ni una sola neurona en recordar la tabla de multiplicar, bribón... Si no lo hace tu colega, lo vas a hacer tú. Amos hombre. O eso, o es que eres un cateto. Pero un cateto de verdad, un ni-ni de éstos de ahora, pero con el doble de edad, que vas de guais con tu carrera de filología y tu master de antropología pero no te sabes la maldita tabla de multiplicar del 8, que se dice pronto, la cual te enseñaron en el cole con una canción y todo para que fuera más fácil. Querido amigo de letras, uno de los dos casos anteriores eres tú, y lo sabes. Shame of you.

Pero tranquilos, que hoy reparto para todos: Segundo ejemplo práctico:

- "Ais, tía, como me molesta tu laismo... ¿No sabes lo que es un complemento indirecto?"
- "Maja déjame, que yo es que soy de ciencias..."

Pues lo mismo me da que me da lo mismo. Por supuesto que sabes lo que es un C.I.,  por  lo menos lo sabías con 15 años, y los abuelos suelen decir "¡retén, retén, que algo queda!" <---- Totalmente inventado Así que ya estamos con lo mismo y con que si la abuela fuma, que no te sale de las narices pensar, porque si pensaras un poco, ojo, un poco, no un mucho, no serías laísta, alma de cántaro, que ser de interior no es excusa, hombre ya.

Pues eso.

A todo esto, yo es que soy de ciencias... Así que sí, escribo fatal, con faltas de ortografía, comiéndome tildes, redactando como me da la gana, y bastante laísta...Y no soy vaga. Bueno, a veces si, pero creo que estoy más cerca del ejemplo dos. Seh. PERO POR LO MENOS NO SUELTO LA DICHOSA FRASECITA HOSTIABLE NUNCA.

Ea.

Frase hostiable de la semana: Hoy, "No, yo es que soy de letras" / "No, yo es que soy de ciencias"

"No, yo es que soy de letras" / "No, yo es que soy de ciencias", que es una forma elegante de decir "No me apetece un carajo pensar, por consiguiente paso de tí y de tu conversación, y si me dejas en paz y no me pones en ridículo por mi vaguería y/o torpeza en público, mejor que mejor" (así a groso modo y resumiendo).

Pongámonos en contexto. Estás en medio de una conversación, que si patatín, que si patatán, y de repente:

- "¿...Y cuánto son 8x7? ¡Macho que no me sale!"
- "Tronco, calla, ni idea, yo es que soy de letras, hasta las matemáticas avanzadas no llegué en el insti..."

CLARO que sabes cuánto es 8x7, lo que pasa es que te importa dos pimientos y no quieres gastar ni una sola neurona en recordar la tabla de multiplicar, bribón... Si no lo hace tu colega, lo vas a hacer tú. Amos hombre. O eso, o es que eres un cateto. Pero un cateto de verdad, un ni-ni de éstos de ahora, pero con el doble de edad, que vas de guais con tu carrera de filología y tu master de antropología pero no te sabes la maldita tabla de multiplicar del 8, que se dice pronto, la cual te enseñaron en el cole con una canción y todo para que fuera más fácil. Querido amigo de letras, uno de los dos casos anteriores eres tú, y lo sabes. Shame of you.

Pero tranquilos, que hoy reparto para todos: Segundo ejemplo práctico:

- "Ais, tía, como me molesta tu laismo... ¿No sabes lo que es un complemento indirecto?"
- "Maja déjame, que yo es que soy de ciencias..."

Pues lo mismo me da que me da lo mismo. Por supuesto que sabes lo que es un C.I.,  por  lo menos lo sabías con 15 años, y los abuelos suelen decir "¡retén, retén, que algo queda!" <---- Totalmente inventado Así que ya estamos con lo mismo y con que si la abuela fuma, que no te sale de las narices pensar, porque si pensaras un poco, ojo, un poco, no un mucho, no serías laísta, alma de cántaro, que ser de interior no es excusa, hombre ya.

Pues eso.

A todo esto, yo es que soy de ciencias... Así que sí, escribo fatal, con faltas de ortografía, comiéndome tildes, redactando como me da la gana, y bastante laísta...Y no soy vaga. Bueno, a veces si, pero creo que estoy más cerca del ejemplo dos. Seh. PERO POR LO MENOS NO SUELTO LA DICHOSA FRASECITA HOSTIABLE NUNCA.

Ea.

domingo, 14 de marzo de 2010

Hey, que estoy aquí arriba...

Estás en el trabajo, hablando con un compañero, y ves que de repente su mirada se desvía de tus ojos y se va directa a... ¿Ya sabéis dónde, no? A las tetas. Si amigas, a todas nos ha pasado. Léase trabajo, facultad, metro, club de campo o restaurante hindú. Si hay un tío de por medio, en algún momento de la conversación sus ojos se irán directos al pecho. Es así. No importa que lo tengas grande o pequeño, eso da igual. Ellos no tienen, y  con eso basta. Pero frases como la que da título a ésta entrada se van a acabar. De verdad. He aquí el invento definitivo.


Hey, que estoy aquí arriba...

Estás en el trabajo, hablando con un compañero, y ves que de repente su mirada se desvía de tus ojos y se va directa a... ¿Ya sabéis dónde, no? A las tetas. Si amigas, a todas nos ha pasado. Léase trabajo, facultad, metro, club de campo o restaurante hindú. Si hay un tío de por medio, en algún momento de la conversación sus ojos se irán directos al pecho. Es así. No importa que lo tengas grande o pequeño, eso da igual. Ellos no tienen, y  con eso basta. Pero frases como la que da título a ésta entrada se van a acabar. De verdad. He aquí el invento definitivo.


Pavor púbico

Qué bien la ducha, el mejor momento del día... Y más ahora en invierno, con el agua calentita, que no dan ganas de salir de ahí nunca. Pues nada, empieza un nuevo día. A ver el gel, hoy el de chocolate... Esponja, pues venga, qué bien el agüita... Pero espera. Espera. ES-PE-RA.... ¿¿¿Qué es ésto??? ¡Dios no me lo puedo creer!!! ¡Una cana en el pubis! ¿Una cana en el pubis? ¡Una maldita cana en el pubis! Pero qué coño, ¿será de coña no (nunca mejor dicho)? ¡¡¡No-puede-ser!!! Es ya lo que me faltaba, la confirmación final de que soy mayor... Ay ay ay (Su), ay ay ay, ¿Y ahora qué hago? Calma, calma, vale, calma, todo tiene solución. Vale, soy mayor, soy viejuna, pero no pasa nada, los treinta son los nuevos veinte, ¿no? Eso dicen, ¿NO? Que sí, que no pasa nada, tranquilidad... ¡Ay madre pero es que una maldita cana en el pubis es ya lo último! Después de empezar a teñirme la cabeza por necesidad y no por coquetería, esto es lo peor de lo peor... Vale, vale, venga, a ver, tranquilidad, calma, coherencia, soluciones, a ver que hago... Pensemos: Claro, no puedo quitármela de cuajo, porque si no salen 3 más, eso dicen... ¿Será verdad? Mira que si luego me salen 3, y me las quito y luego 9, y así exponencialmente hasta el infinito... ¡Buaaaa que me pongo a llorar! ¡Calla calla! No quiero ni pensarlo... Vale, ¡calma! Más soluciones, a ver que se le puede hacer. Tinte. Vale. Tinte... NO, vale tinte NO. Tinte en el pubis para una cana, no, joer. Imagínate. Bueno no, no te imagines. Aunque ahora hay unos tintes para el pélo público púbico de colores... ¡Mira pues igual mola! Hoy amarillo pollo, mañana azul cielo... ¿Que no? Ay no se. Que ya tengo una edad... ¡Mierda que ya soy mayor, no quiero, que tengo canas chungas! Sigamos pensando posibles soluciones. Mmm... Mmm... ¡Ah! ¡Ya se! ¡Ohhhh qué hábil soy jajaja! EDDING 500. Seeeeehhh. Ya tengo la solución, ¡ole! Me cojo un Edding y me pinto la cana. Mola. Adiós problema. Si es que cuando quiero soy lista y todo... Aunque... Mmm... Si me pinto la cana con rotu... ¿No se me mancharán las bragas? Bueno y el pubis en sí también... Mmm... Y cuando me duche al día siguiente, ¿No me desteñirá? Con lo mal que sale el maldito Edding... No lo veo claro. Veamos. Ve-a-mos. También puedo depilarme todo el pubis al cero, ale. Así ni canas ni nada de nada. Bueno, pensemos en ello... ¿Pubis de niña de 12 años? Mira, cari, como que no, que donde hay pelo hay alegría, no me jodas. De rasurado total nada. Sigamos pensando. Me la puedo dejar crecer, ponerla nombre y hacerme amiga suya. Acostumbrarme a su presencia... ¡Por favor esto de ser mayor es muy duro! Tendré que preguntar a mis amigas si también tienen canas en el "ahí"... ¿Y a los chicos? ¿También les pasará? ¿Se preocuparán por ello? (Bueno, a los chicos no, a los hombres, que somos mayores ya, con nuestras canas púbicas y todo) Por favor que angustia... ¿QUE HAGO? ¡¡¡Me pongo a llorar!!! Nooooo no quiero ser mayor, maldita cana, ahí toda tiesa para recordarme que se me está cayendo la cara y el culo y que nunca volveré a tener veinte años, buaaaaaaaaaaaa, buaaaaaaa, snif, buaaaaaa ¿Qué voy a hacer? ¡Buaaaaaa! ¡Qué hija de puta la c... Espera. Espera. ES-PE-RA. Mmm... Ehh.. Ahm... Mmm... Vale (silencio largo) QUE ES UNA PELUSILLA. Ay que susto, joer. Que sigo siendo joven. Menos mal.

Qué tranquilidad.

Pavor púbico

Qué bien la ducha, el mejor momento del día... Y más ahora en invierno, con el agua calentita, que no dan ganas de salir de ahí nunca. Pues nada, empieza un nuevo día. A ver el gel, hoy el de chocolate... Esponja, pues venga, qué bien el agüita... Pero espera. Espera. ES-PE-RA.... ¿¿¿Qué es ésto??? ¡Dios no me lo puedo creer!!! ¡Una cana en el pubis! ¿Una cana en el pubis? ¡Una maldita cana en el pubis! Pero qué coño, ¿será de coña no (nunca mejor dicho)? ¡¡¡No-puede-ser!!! Es ya lo que me faltaba, la confirmación final de que soy mayor... Ay ay ay (Su), ay ay ay, ¿Y ahora qué hago? Calma, calma, vale, calma, todo tiene solución. Vale, soy mayor, soy viejuna, pero no pasa nada, los treinta son los nuevos veinte, ¿no? Eso dicen, ¿NO? Que sí, que no pasa nada, tranquilidad... ¡Ay madre pero es que una maldita cana en el pubis es ya lo último! Después de empezar a teñirme la cabeza por necesidad y no por coquetería, esto es lo peor de lo peor... Vale, vale, venga, a ver, tranquilidad, calma, coherencia, soluciones, a ver que hago... Pensemos: Claro, no puedo quitármela de cuajo, porque si no salen 3 más, eso dicen... ¿Será verdad? Mira que si luego me salen 3, y me las quito y luego 9, y así exponencialmente hasta el infinito... ¡Buaaaa que me pongo a llorar! ¡Calla calla! No quiero ni pensarlo... Vale, ¡calma! Más soluciones, a ver que se le puede hacer. Tinte. Vale. Tinte... NO, vale tinte NO. Tinte en el pubis para una cana, no, joer. Imagínate. Bueno no, no te imagines. Aunque ahora hay unos tintes para el pélo público púbico de colores... ¡Mira pues igual mola! Hoy amarillo pollo, mañana azul cielo... ¿Que no? Ay no se. Que ya tengo una edad... ¡Mierda que ya soy mayor, no quiero, que tengo canas chungas! Sigamos pensando posibles soluciones. Mmm... Mmm... ¡Ah! ¡Ya se! ¡Ohhhh qué hábil soy jajaja! EDDING 500. Seeeeehhh. Ya tengo la solución, ¡ole! Me cojo un Edding y me pinto la cana. Mola. Adiós problema. Si es que cuando quiero soy lista y todo... Aunque... Mmm... Si me pinto la cana con rotu... ¿No se me mancharán las bragas? Bueno y el pubis en sí también... Mmm... Y cuando me duche al día siguiente, ¿No me desteñirá? Con lo mal que sale el maldito Edding... No lo veo claro. Veamos. Ve-a-mos. También puedo depilarme todo el pubis al cero, ale. Así ni canas ni nada de nada. Bueno, pensemos en ello... ¿Pubis de niña de 12 años? Mira, cari, como que no, que donde hay pelo hay alegría, no me jodas. De rasurado total nada. Sigamos pensando. Me la puedo dejar crecer, ponerla nombre y hacerme amiga suya. Acostumbrarme a su presencia... ¡Por favor esto de ser mayor es muy duro! Tendré que preguntar a mis amigas si también tienen canas en el "ahí"... ¿Y a los chicos? ¿También les pasará? ¿Se preocuparán por ello? (Bueno, a los chicos no, a los hombres, que somos mayores ya, con nuestras canas púbicas y todo) Por favor que angustia... ¿QUE HAGO? ¡¡¡Me pongo a llorar!!! Nooooo no quiero ser mayor, maldita cana, ahí toda tiesa para recordarme que se me está cayendo la cara y el culo y que nunca volveré a tener veinte años, buaaaaaaaaaaaa, buaaaaaaa, snif, buaaaaaa ¿Qué voy a hacer? ¡Buaaaaaa! ¡Qué hija de puta la c... Espera. Espera. ES-PE-RA. Mmm... Ehh.. Ahm... Mmm... Vale (silencio largo) QUE ES UNA PELUSILLA. Ay que susto, joer. Que sigo siendo joven. Menos mal.

Qué tranquilidad.

domingo, 7 de marzo de 2010

2, 4, 6...

Iba en el Metro la típica niña con dos coletas, faldita y botas de agua. La niña iba dando vueltas en una de las barras que están justo en medio del vagón. La madre iba sentada en el asiento que quedaba más próximo a la barra, controlando a la niña. El vagón iba bien de gente, ni muy lleno, ni muy vacío, lo normal.

La cosa es que la niña iba recitando, mientras daba vueltas en la barra sin parar, la lista de los números pares. "Doooosssss, cuaaaaaatroooo, ssssssseeeeissss,..." así tal cual, atrastando mucho las letras y sin prisa, en la forma típica en la que hablan los niños pequeños. Todo el vagón la miraba en plan "ohhh que moooona", también arrastrando mucho de forma cursi las palabras en su pensamiento. La niña seguía dando vueltas. "Dieciseeeeeeis, diecioooocho, ehhh, uhhhh, veeeeeinteee" mientras la madre iba moviendo la cabeza aprobando cada palabra de su hija. Y seguía. "Cuarenta y dossssss, cuarenta y cuaaaatrooo, cuarenta y seeeeeissss". Qué mareo. No lo digo por la niña, que seguía dando vueltas y más vueltas, sino por mí, que tenía la cabeza como un bombo ya de tanto número par. El resto de la gente del vagón también empezaba a incomodarse... Sus caras ya no decían "que mona" sino "que cansina, la madre que la partió que está a su lado y no le dice nada a la condenada". Y venga... "Setenta y seeeeeissss, setenta y ooooochoooo, uhhhh, ochennnnntaaaa". Y venga a dar vueltas. Y venga a desgastar la barra. Y dale. Y la madre con su cara de orgullo y sin decir nada del estilo "venga, para ya nena, que molestas a estos señores", y nosotros sin decir "¡señora, a ver si puede ser que su hija deje de dar la tabarra!", pero ya sabéis como va esto, todos hemos sufrido al típico pesado con su móvil que se piensa que es un "loro" y que está en los noventa, y todo el mundo se acuerda de su familia pero nadie le dice nada. "¡Ciennnnnnnnnnn!" (aplausos de la madre) "Ciento dooooooos, ciento cuaaaatro,..." Por Dios y por la Virgen. Un señor que estaba a mi lado sacó una garrafa de gasolina de debajo de su asiento, se la echó por encima y justo en el momento en que se abrían las puertas en una estación se prendió fuego con un mechero y salió del vagón ardiendo y gritando. Allí nos quedamos el resto. "Normal, normal", pensamos todos, "y mucho a aguantado". Y la niña y la madre a lo suyo, como si la cosa no fuera con ellas. "Ciento catoooorce, ciento dieciseeeisss, ..." Una pareja que estaba enfrente mía a la derecha tuvieron sendas combustiones explotáneas espontáneas... Madre mía, lo pusieron todo perdido. "Cientooooo veintiooooochoooooo... Ehhhh, mmmmm, ehhh..." HUY, parece que la niña se ha atascado... "Ehhh, ¿mamá cómo sigue?" ¡DIOS, la niña no sabe seguir! ¡Menudo momento de felicidad en el vagón! Todos nos miramos los unos a los otros con lágrimas en los ojos. Pura alegría. "Mija el que sigue es el ciento treinta" "Ahhhhhh... Bueno, ¡entonces voy a empezar de nuevo y ahora lo haré bien!"

Y empezó de nuevo.

Si.

Empezó de nuevo.


"Personas que van en el vagón de la niña que recitaba los números pares y ahora necesitan ayuda psicológica" Hazte fan.

"Señoras que dejan que sus hijas sean culpables de la muerte de inocentes en el metro" Hazte fan

"Odio cuando voy al trabajo y una niña me recuerda que las matemáticas existen" Unirse al grupo

"Yo también tengo ganas a veces de prenderme fuego a lo bonzo como el señor del vagón aquel" Unirse al grupo

2, 4, 6...

Iba en el Metro la típica niña con dos coletas, faldita y botas de agua. La niña iba dando vueltas en una de las barras que están justo en medio del vagón. La madre iba sentada en el asiento que quedaba más próximo a la barra, controlando a la niña. El vagón iba bien de gente, ni muy lleno, ni muy vacío, lo normal.

La cosa es que la niña iba recitando, mientras daba vueltas en la barra sin parar, la lista de los números pares. "Doooosssss, cuaaaaaatroooo, ssssssseeeeissss,..." así tal cual, atrastando mucho las letras y sin prisa, en la forma típica en la que hablan los niños pequeños. Todo el vagón la miraba en plan "ohhh que moooona", también arrastrando mucho de forma cursi las palabras en su pensamiento. La niña seguía dando vueltas. "Dieciseeeeeeis, diecioooocho, ehhh, uhhhh, veeeeeinteee" mientras la madre iba moviendo la cabeza aprobando cada palabra de su hija. Y seguía. "Cuarenta y dossssss, cuarenta y cuaaaatrooo, cuarenta y seeeeeissss". Qué mareo. No lo digo por la niña, que seguía dando vueltas y más vueltas, sino por mí, que tenía la cabeza como un bombo ya de tanto número par. El resto de la gente del vagón también empezaba a incomodarse... Sus caras ya no decían "que mona" sino "que cansina, la madre que la partió que está a su lado y no le dice nada a la condenada". Y venga... "Setenta y seeeeeissss, setenta y ooooochoooo, uhhhh, ochennnnntaaaa". Y venga a dar vueltas. Y venga a desgastar la barra. Y dale. Y la madre con su cara de orgullo y sin decir nada del estilo "venga, para ya nena, que molestas a estos señores", y nosotros sin decir "¡señora, a ver si puede ser que su hija deje de dar la tabarra!", pero ya sabéis como va esto, todos hemos sufrido al típico pesado con su móvil que se piensa que es un "loro" y que está en los noventa, y todo el mundo se acuerda de su familia pero nadie le dice nada. "¡Ciennnnnnnnnnn!" (aplausos de la madre) "Ciento dooooooos, ciento cuaaaatro,..." Por Dios y por la Virgen. Un señor que estaba a mi lado sacó una garrafa de gasolina de debajo de su asiento, se la echó por encima y justo en el momento en que se abrían las puertas en una estación se prendió fuego con un mechero y salió del vagón ardiendo y gritando. Allí nos quedamos el resto. "Normal, normal", pensamos todos, "y mucho a aguantado". Y la niña y la madre a lo suyo, como si la cosa no fuera con ellas. "Ciento catoooorce, ciento dieciseeeisss, ..." Una pareja que estaba enfrente mía a la derecha tuvieron sendas combustiones explotáneas espontáneas... Madre mía, lo pusieron todo perdido. "Cientooooo veintiooooochoooooo... Ehhhh, mmmmm, ehhh..." HUY, parece que la niña se ha atascado... "Ehhh, ¿mamá cómo sigue?" ¡DIOS, la niña no sabe seguir! ¡Menudo momento de felicidad en el vagón! Todos nos miramos los unos a los otros con lágrimas en los ojos. Pura alegría. "Mija el que sigue es el ciento treinta" "Ahhhhhh... Bueno, ¡entonces voy a empezar de nuevo y ahora lo haré bien!"

Y empezó de nuevo.

Si.

Empezó de nuevo.


"Personas que van en el vagón de la niña que recitaba los números pares y ahora necesitan ayuda psicológica" Hazte fan.

"Señoras que dejan que sus hijas sean culpables de la muerte de inocentes en el metro" Hazte fan

"Odio cuando voy al trabajo y una niña me recuerda que las matemáticas existen" Unirse al grupo

"Yo también tengo ganas a veces de prenderme fuego a lo bonzo como el señor del vagón aquel" Unirse al grupo

martes, 2 de marzo de 2010

Lali y Cristofer

Mi amiga Lali (la llamaremos Lali para proteger su identidad) cargaba con el peso de 2 matrimonios fallidos a sus espaldas. A sus 33 años estaba cansada de los hombres, de relaciones tortuosas, de que todo fuera tan difícil... Había perdido la espezanda de encontrar al hombre de su vida, al real, al físico, al de carne y hueso, al que la salvaría porque era una náufraga. Realmente había perdido el norte sentimental, y optó por una solución drástica: Decidió crearse un novio imaginario. Sí, amigos.

Figuraos nuestras caras cuando nos lo dijo. -"Los niños tienen amigos imaginarios y son tan felices con ellos, no distinguen la realidad de la ficción... Pues para mí uno igual, pero en vez de con 7 años, con 27". Y así fue. Menuda era Lali cuando se proponía algo.

Cristofer (llamémosle así para proteger su identidad) tenía, efectivamente, 27 años. Era sueco, alto, rubio, con ojos azules (Lali era muy de tópicos), con un cuerpo perfecto, unas manos perfectas, un todo perfecto. También tenía 2 carreras, 5 másters y 6 idiomas (venga ahí), además era modelo, actor y cantante (la casa por la ventana, pensamos, que no falte de ná), colaboraba en varias oenegés, le encantaban los niños y no tenía miedo al compromiso. No veas la Lali cómo se lo monta, la paya, nos decíamos entre nosotras. -"Es mi novio imaginario y me lo imagino como quiero, ¡ea!" Pues di que sí.

Lali hizo un cortapega muy fino muy fino con el photoshop... Unos ojos de aquí, una boca de allá, pelo patatín, naríz patatán... Un poco como la peli aquella de los 80 en la que 2 adolescentes se fabricaban a la mujer perfecta, ¿Os acordáis? Pero sin la parte en la que sale del ordenador, claro, que una cosa es una cosa y otra cosa es otra cosa, y por tanto son dos cosas distintas y tal... Y bueno, A LO QUE IBA, que me pierdo: Oye, que no veas tú con Cristofer, le quedó fetén, una hermosura de hombre. Y con 5 másters, no olvidemos. Lali se imprimió varias fotos del muchacho: Una para la cartera, otra para la mesilla de noche, que si ahora una de los dos en Aspen, que si ahora otra en las Islas Caimán (acordaros que a Lali le iban mucho los tópicos.) Y la verdad es que ella era feliz. No, en serio, era la mar de feliz. La leche de feliz. Feliz como nunca lo había sido, y todo gracias a su novio de mentirijillas.

- "Cristofer está en Milán desfilando, no veas chica, me llama cada hora, es super mono..."
- "Pues Cristofer se ha ido a Utopía a erradicar no se qué enfermedad... no veas chica, es que es taaaan solidario..."
- "Pues a Cristofer le han dado el Oscar a mejor actor de reparto, ya ves tú, su primera peli en la que sólo aparece minuto y medio, ¡y sin estudios de interpretación ni nada!"

Que si Cristofer por aquí, que si Cristofer por allá. COÑO YA. La verdad es que la teníamos un poco de envidia, a Lali. La muy perra con su novio perfecto. Perdón, la muy perra con su novio imaginario perfecto, que llegó un momento es que ya no recordábamos si el chico era de verdad o de mentira o qué. Un caos amigos, un caos.

Una mañana, Lali nos llamó a todas para darnos una terrible terrible terrible noticia... Amigos lectores, agarraos: Cristofer se había matado en una curva con su Aston Martin del 73. No, de verdad, en serio. Ese fue el fin de Cristofer. Todas lloramos mucho. Pobre Cristofer. Una vida tan brillante por delante, tan joven, tan listo, tan todo. Y mira. Una desgracia.

La pobre Lali no pudo soportarlo. Se subió a lo más alto de una de las torres Kio y... Bueno, digamos que no dejó un bonito cadáver al caer al suelo. Pobre Lali. Pobre pobre Lali. Su verdadero amor, el de verdad, el que no la fallaba, el que era como ella quería, el hombre perfecto, el que la quería como nadie, muerto en una triste cuneta como un simple mortal.

Menudo plan.

Lali y Cristofer

Mi amiga Lali (la llamaremos Lali para proteger su identidad) cargaba con el peso de 2 matrimonios fallidos a sus espaldas. A sus 33 años estaba cansada de los hombres, de relaciones tortuosas, de que todo fuera tan difícil... Había perdido la espezanda de encontrar al hombre de su vida, al real, al físico, al de carne y hueso, al que la salvaría porque era una náufraga. Realmente había perdido el norte sentimental, y optó por una solución drástica: Decidió crearse un novio imaginario. Sí, amigos.

Figuraos nuestras caras cuando nos lo dijo. -"Los niños tienen amigos imaginarios y son tan felices con ellos, no distinguen la realidad de la ficción... Pues para mí uno igual, pero en vez de con 7 años, con 27". Y así fue. Menuda era Lali cuando se proponía algo.

Cristofer (llamémosle así para proteger su identidad) tenía, efectivamente, 27 años. Era sueco, alto, rubio, con ojos azules (Lali era muy de tópicos), con un cuerpo perfecto, unas manos perfectas, un todo perfecto. También tenía 2 carreras, 5 másters y 6 idiomas (venga ahí), además era modelo, actor y cantante (la casa por la ventana, pensamos, que no falte de ná), colaboraba en varias oenegés, le encantaban los niños y no tenía miedo al compromiso. No veas la Lali cómo se lo monta, la paya, nos decíamos entre nosotras. -"Es mi novio imaginario y me lo imagino como quiero, ¡ea!" Pues di que sí.

Lali hizo un cortapega muy fino muy fino con el photoshop... Unos ojos de aquí, una boca de allá, pelo patatín, naríz patatán... Un poco como la peli aquella de los 80 en la que 2 adolescentes se fabricaban a la mujer perfecta, ¿Os acordáis? Pero sin la parte en la que sale del ordenador, claro, que una cosa es una cosa y otra cosa es otra cosa, y por tanto son dos cosas distintas y tal... Y bueno, A LO QUE IBA, que me pierdo: Oye, que no veas tú con Cristofer, le quedó fetén, una hermosura de hombre. Y con 5 másters, no olvidemos. Lali se imprimió varias fotos del muchacho: Una para la cartera, otra para la mesilla de noche, que si ahora una de los dos en Aspen, que si ahora otra en las Islas Caimán (acordaros que a Lali le iban mucho los tópicos.) Y la verdad es que ella era feliz. No, en serio, era la mar de feliz. La leche de feliz. Feliz como nunca lo había sido, y todo gracias a su novio de mentirijillas.

- "Cristofer está en Milán desfilando, no veas chica, me llama cada hora, es super mono..."
- "Pues Cristofer se ha ido a Utopía a erradicar no se qué enfermedad... no veas chica, es que es taaaan solidario..."
- "Pues a Cristofer le han dado el Oscar a mejor actor de reparto, ya ves tú, su primera peli en la que sólo aparece minuto y medio, ¡y sin estudios de interpretación ni nada!"

Que si Cristofer por aquí, que si Cristofer por allá. COÑO YA. La verdad es que la teníamos un poco de envidia, a Lali. La muy perra con su novio perfecto. Perdón, la muy perra con su novio imaginario perfecto, que llegó un momento es que ya no recordábamos si el chico era de verdad o de mentira o qué. Un caos amigos, un caos.

Una mañana, Lali nos llamó a todas para darnos una terrible terrible terrible noticia... Amigos lectores, agarraos: Cristofer se había matado en una curva con su Aston Martin del 73. No, de verdad, en serio. Ese fue el fin de Cristofer. Todas lloramos mucho. Pobre Cristofer. Una vida tan brillante por delante, tan joven, tan listo, tan todo. Y mira. Una desgracia.

La pobre Lali no pudo soportarlo. Se subió a lo más alto de una de las torres Kio y... Bueno, digamos que no dejó un bonito cadáver al caer al suelo. Pobre Lali. Pobre pobre Lali. Su verdadero amor, el de verdad, el que no la fallaba, el que era como ella quería, el hombre perfecto, el que la quería como nadie, muerto en una triste cuneta como un simple mortal.

Menudo plan.