lunes, 31 de mayo de 2010

Palabras clave que lo clavan

El Google Analytics me dice cosas que ya sé, como que la gente está fatal, y que esa gente fatal llega a mi blog a través de las siguientes palabras clave:

1. ay ay su  (parece lógico)

2. ay su  (sigue pareciendo lógico)

3. ay-su  (que sí, que bien, que lógico)

4. oooo oooo oooo  (aquí empezamos a liarla ya... ¿oooo oooo oooo?)

5. que significa irrevesible  (ya te lo digo yo, que no se puede revesiblar)

6. donde se tiran los tampones  (el otro día me enteré que en el wc no. Ups)

7. enfermedad de la mano ajena  (encontrará una bonita entrada al respecto que solventará sus dudas) 

8. follando en la cola del autobus  (¿Perdón?)

9. frase: cuando la rutina mata el amor para una mujer  (cuando La Rutina, sicaria del quinto, mató a El Amor, conocido playboy del segundo para una mujer a la que mantendremos en el anonimato, acabó en mi blog )

10. historia de como un joven se follo a su prima   (con esa frase mi blog aparece en quinto lugar, con las palabras sueltas historia, joven, se, prima y follow. Fo-llow)

11. hostiable  (vale, teniendo en cuanta la sección Frases Hostiables)

12. me hice las bragas  (yo lo veo claro, supongo que se referirá a que se las hizo literalmente, con tela, aguja e hilo. Estuvo tan orgullosa que decidió proclamarlo al mundo)

13. meando rico  (no se me ocurre ningún chascarrillo para ésto. En serio. Alguien puso meando rico en Google. Tengo miedo)

14. muy zorras.com  (ajá, la que más coñas provoca entre mis amigos. Cortesía de mi frase jo tía que megafuerte es todo macha que fuerte es la Macu tia la muy zorra)


15. odio la mañana  (sa jodío, y yo. Lo que no entiendo es qué pretende encontrar con esa sentencia. En cualquier caso, si pones esa frase, mi blog sale el primero. Y nunca he escrito ninguna entrada sobre mi particular odio a madrugar, pero oye, estos de Google se las saben todas)

16. pareja de lego de lego  (a lo mejor buscaban el vídeo aquel de White Stripes)

17. se me cayeron las bragas  (¡AJÁ! ¡La tipa que se hizo ella misma las bragas no las cosió bien y se le acabaron cayendo! ¡Todo encaja!)

18. sone que iba al bano y al limpiarme salia un nino que significa  (¡Dios Dios Dios porqué tengo que leer éstas cosas porqué porqué me sangran los ojos!)

19. susana te odio por juan mi jefe  (Google se vuelve loco con ésta frase y le envía a mi blog con un mix de palabras de varias entradas, links y listas de contactos. Puro collage)

20. video de la chica que le pego el mazazo a la otra  (El vídeo en particular no aparece por ningún lado)


Y éstas son sólo las 20 primeras, espérate a que ponga las 20 siguientes.

Palabras clave que lo clavan

El Google Analytics me dice cosas que ya sé, como que la gente está fatal, y que esa gente fatal llega a mi blog a través de las siguientes palabras clave:

1. ay ay su  (parece lógico)

2. ay su  (sigue pareciendo lógico)

3. ay-su  (que sí, que bien, que lógico)

4. oooo oooo oooo  (aquí empezamos a liarla ya... ¿oooo oooo oooo?)

5. que significa irrevesible  (ya te lo digo yo, que no se puede revesiblar)

6. donde se tiran los tampones  (el otro día me enteré que en el wc no. Ups)

7. enfermedad de la mano ajena  (encontrará una bonita entrada al respecto que solventará sus dudas) 

8. follando en la cola del autobus  (¿Perdón?)

9. frase: cuando la rutina mata el amor para una mujer  (cuando La Rutina, sicaria del quinto, mató a El Amor, conocido playboy del segundo para una mujer a la que mantendremos en el anonimato, acabó en mi blog )

10. historia de como un joven se follo a su prima   (con esa frase mi blog aparece en quinto lugar, con las palabras sueltas historia, joven, se, prima y follow. Fo-llow)

11. hostiable  (vale, teniendo en cuanta la sección Frases Hostiables)

12. me hice las bragas  (yo lo veo claro, supongo que se referirá a que se las hizo literalmente, con tela, aguja e hilo. Estuvo tan orgullosa que decidió proclamarlo al mundo)

13. meando rico  (no se me ocurre ningún chascarrillo para ésto. En serio. Alguien puso meando rico en Google. Tengo miedo)

14. muy zorras.com  (ajá, la que más coñas provoca entre mis amigos. Cortesía de mi frase jo tía que megafuerte es todo macha que fuerte es la Macu tia la muy zorra)


15. odio la mañana  (sa jodío, y yo. Lo que no entiendo es qué pretende encontrar con esa sentencia. En cualquier caso, si pones esa frase, mi blog sale el primero. Y nunca he escrito ninguna entrada sobre mi particular odio a madrugar, pero oye, estos de Google se las saben todas)

16. pareja de lego de lego  (a lo mejor buscaban el vídeo aquel de White Stripes)

17. se me cayeron las bragas  (¡AJÁ! ¡La tipa que se hizo ella misma las bragas no las cosió bien y se le acabaron cayendo! ¡Todo encaja!)

18. sone que iba al bano y al limpiarme salia un nino que significa  (¡Dios Dios Dios porqué tengo que leer éstas cosas porqué porqué me sangran los ojos!)

19. susana te odio por juan mi jefe  (Google se vuelve loco con ésta frase y le envía a mi blog con un mix de palabras de varias entradas, links y listas de contactos. Puro collage)

20. video de la chica que le pego el mazazo a la otra  (El vídeo en particular no aparece por ningún lado)


Y éstas son sólo las 20 primeras, espérate a que ponga las 20 siguientes.

viernes, 21 de mayo de 2010

Agarrarse a un clavo ardiendo

Pero agarrarse de verdad, literalmente. Coges un clavo al rojo vivo y lo agarras, con todas tus fuerzas, bien agarrado. Te dejará una bonita marca-ganado en la mano, una quemadura de segundo grado muy dolorosa, que tardará en cicatrizar, pero chico, qué quieres, es así, es que te has agarrado a un clavo ardiendo, cacho bruto, no se qué esperabas. Igual el color rojo del clavo no te dio una buena pista sobre lo doloroso que iba a ser, que a veces pareces nuevo.  Es como cuando te agarras a un clavo ardiendo pero no literarmente, claro, ¿me sigues? En el fondo es bastante lo mismo, ¿no?



Agarrarse a un clavo ardiendo

Pero agarrarse de verdad, literalmente. Coges un clavo al rojo vivo y lo agarras, con todas tus fuerzas, bien agarrado. Te dejará una bonita marca-ganado en la mano, una quemadura de segundo grado muy dolorosa, que tardará en cicatrizar, pero chico, qué quieres, es así, es que te has agarrado a un clavo ardiendo, cacho bruto, no se qué esperabas. Igual el color rojo del clavo no te dio una buena pista sobre lo doloroso que iba a ser, que a veces pareces nuevo.  Es como cuando te agarras a un clavo ardiendo pero no literarmente, claro, ¿me sigues? En el fondo es bastante lo mismo, ¿no?



sábado, 15 de mayo de 2010

Hola, soy Bridget Jones

Hola, soy Bridget Jones. Quizás me recuerden de otras entradas como "Mi día perfecto" o "Cosas que no deberían pasar".

Hoy estoy aquí, queridos amigos, para contaros mi periplo de hace unos días en el aeropuerto, ese lugar hostil y frío por el que no hay más remedio que pasar hasta que los señores de la Renfe decidan que el Ave también sea para la clase media.

Me levanté tarde, y llegué tarde a Barajas. Corre que te corre me dirigí a la ventanilla de facturación (porque a las 4am del día anterior me acordé que tenía que imprimir los billetes, pero según lo recordé lo volví a olvidar y seguí durmiendo) y vi que estaba cerrada. Puse mucha cara de pena al chico del mostrador y a Dios puse por testigo (¿os acordáis de Dios? Mi perrico) que me subiría a ese avión sí o sí. El chico del mostrador me miró con cara rara, me dio la tarjeta de embarque y salí por piernas. Control de seguridad. No me hicieron quitarme los zapatos, pero tuve que pasar el laptop 3 veces por el escáner. 3 ve-ces. Muy amablemente le dije al señor policía que porqué era necesario pasarlo tantas veces. "Es rutina, señorita". Le dije que por su culpa iba a perder el vuelo. "Es rutina, señorita". Le dije que qué esperaba encontrar en un Toshibita notebook enano. "Insisto, es rutina, señorita". Le dije que si su mujer estaba satisfecha con su pene y su vida sexual. "Es ru..." Cogí el portátil a toda velocidad y me fui de allí. Corre que te corre de nuevo me dirigí a la zona de embarque, convencida que había perdido el vuelo. En esas estaba cuando, bueno, digamos que me caí. Bueno, digamos no, me caí, así tal cual. Y no fue una caída limpia y grácil de señorita Dulcinea, sino un pedazo de hostión de bruces contra el suelo sin ningún tipo de decoro que no se lo saltaba un gitano. Mi bolso de viaje salió disparado varios metros y mató a muchas familias de pelusas por el camino. Dejó de ser color rosa palo para convertirse en color gris mierda. Mi bolso normal también fregó el suelo. Allí llevaba el portátil. Estaba claro que, de alguna manera, el policía rutinario había planeado esa caída. En serio. No me preguntéis cómo, pero fue en la primera persona en la que pensé cuando logré levantarme. Justicia divina, lo llamaría el maldito, seguramente. "Ahhhhhhhh, ¡Ayayayayay! ¿Estás bien?" que me dijo una señora. "NO, no estoy bien", que le dije yo. Coño. Es la típica pregunta de cortesía que en realidad no sirve para nada. La frase adecuada sería "Joven, he visto que te has caído, seguramente te dolerá y te sentirás humillada,  déjame que te ayude a levantarte, que por otro lado es lo único que puedo hacer en éste momento por ti, y da gracias". Así mucho mejor. Cojeando, sin maquillar, sudada, despeinada, con la ropa y los bolsos sucios, y no muy segura de si habría que hacerle el boca a boca a mi Toshibita, por fin llegué a embarcar. Oh, sorpresa. El vuelo salía con retraso. Ok. Va-le. "¡Qué bien! Qué suerte, ¿no? Mejor" que me dijisteis todos cuando os lo conté. NO, mejor, NO. Casi después de todo lo que pasé hubiera preferido el final dramático de perder el vuelo, todo muy de película, y no la estampa de llegar hecha un asco, con el resto de viajeros mirándome con cara de pena (me vieron caerme a lo lejos) y encima tener que esperar a que saliera el vuelo haciendo como que no pasaba nada. Me senté y me miré la rodilla. Al día siguiente tendría un bonito moratón. No si al final se me jode el viaje. Bueno. Levanté la vista y, vaya, delante mía tenía un chico monísimo que me miraba divertido. Le devolví la mirada con cierto resentimiento, la verdad. Pero espera, me suena tu cara. Tú eres alguien. Yo a ti te conozco. Si. Era un muchacho típico-guapito de una conocida serie de la tele, que no pienso compartir con vosotros, me perdonaréis el momento de privacidad. Me levanté y proseguí a embarcar, que por fin ya tocaba. Mi conversación con una de las azafatas fue tal que así:

- Perdone, señorita, pero su bolso de viaje se mueve.. (cara rara de la azafata, como escéptica e incrédula)
- ¿Cómo? (cara rara mía, como flipando y ésto es una cámara oculta)
- Sí, que se está moviendo...
- Ahm, bueno, parece lógico, vamos en un avión...
- No, no, me refiero, que se está moviendo de VERDAD (la azafata no dejaba de mirar el bolso superconcentrada)
- Perdona, pero no entiendo lo que me dices
- ¿Lleva algún animal dentro?
- ¿Perdón?
- Si, que si lleva algún animal dentro del bolso, es que ahora permitimos subir animales a bordo, y bueno...
- Mmm... No, no llevo ningún animal dentro del bolso, pero si lo llevaba, no se movería, porque estaría MUERTO, por aquello de la falta de oxígeno y tal...
- Pero su bolso se mueve... (seguía mirando el bolso fijamente como hipnotizada, claramente veía algo que yo no podía ver, igual le habían echado droja en el Colacao a la chica)
- Mira, te abro el bolso y te cercionas por ti misma de que no llevo nada (abro el bolso, la gente de alrededor mira con cara de ah, si, la de la hostia contra el suelo) Camisetas, bragas, cables... Como ves no llevo ningún animal
- Oh, ya veo, de acuerdo, perdone las molestias..
- Vale
- ...Pero no puedes llevar los bolsos debajo del asiento delantero
- .. (la miro, sin palabras)
- Es que no puedes
- ... (sigo mirándola, sin palabras)
- Tienes que subirlos a los compartimentos superiores destinados para tal propósito (si, la frase así, tal cual, muy profesional, ella)
- ¿A que se debe que no pueda dejar los bolsos aquí debajo? Siempre lo hago, nunca subo nada a los compartimentos superiores destinados para tal uso
- Bueno, sencillamente es así
- ...
- ...
- Sencillamente es la primera vez que me dicen algo así
- Es la rutina, señorita (¡¡¡AJÁ!!! ¡¡¡COMPLOT!!!! ¿Lo veis claro, no? ¿Lo veis? ¡Con-fa-bu-la-ci-ón, vendetta! ¡La maldición de la rutina!)
- Perdona pero no puedo entender lo que me estás diciendo
- Es que está sentada en los asientos de la salida de emergencia (acabáramos. Daros cuenta que si me lo hubiera dicho desde el principio nos hubiéramos ahorrado mucha saliva y mucho Perogrullo)
- Oh, de acuerdo, entonces prefiero cambiar de asiento
- Es sólo para el despegue y el aterrizaje
- Lo se, pero prefiero cambiar de asiento, si es posible
- No hay problema
- Y me llevaré a mi perrito Dios conmigo, que me lo he metido en el bolsillo para que se ventilara un poco
- ... (la azafata no dice nada pero me mira mal, parece que no le ha gustado el chascarrillo jocoso)

Miro detrás y veo un asiento libre cuatro filas más al fondo, así que para allá que me voy con mis bártulos. Me acomodo, dejo todo debajo del asiento delantero como Dios manda, me quito la cazadora, me pongo el cinturón y miro al pasajero de al lado para saludarlo educadamente (siempre lo hago así, primero me coloco y luego saludo, y no al revés). El chico de al lado es el actor de antes, el de la fila de embarque. Si. Genial. Y yo con estos pelos. TODO es culpa del policía del control de seguridad y de la azafata en pleno subidón de lsd. Saludo. El muchacho saluda. Despegamos. Busco a alguna azafata que no sea la adicta a las setas. No hay ninguna en el pasillo. Llamo al botoncico habilitado en el techo del avión para tales casos, como diría ella y, hello, aparece la infame. Estaba claro.

 - Me he caído antes, tengo la rodilla hinchada y me duele, ¿Tendríais hielo para que pueda ponerme hasta que aterricemos?
- Me temo que no te puedo dar hielo
- ¿Y algo frío?
- Me temo que no
- ¿No tenéis nada frío en la nevera que me puedas dejar?
- Te puedo dar un brick de zumo
- ...
- ...
- De los de litro
- ...
- ...
- Ok, pues dame uno, por favor, gracias.

Si, amigos, fui todo el viaje con un brick de zumo de manzana en la rodilla, atado con un cordelín que muy amablemente me había dejado la azafata from hell para que no se moviera. Ya, ya se lo que pensáis, lo se. Lo se.

El actor se puso a hablarme. Si no fuera por el aspecto horroroso que llevaba yo en ese momento, diría que estaba intentando ligar. Le estuve contando lo de azafata, y se reía. De hecho, si hubiera dicho simplemente chorizo, se hubiera reído también. Pasamos un viaje entretenido hablando de trivialidades y cuando aterrizamos me dio su número de teléfono para que lo llamara. Oh, si, queridos míos, parece que la justicia divina ha obrado en mi favor ésta vez. Parece que rompí el maleficio del poli y la azafata. Parece que se alinearon los astros para darme un regalo por la terrible mañana vivida. El karma, o lo que sea.

Según bajé del avión el pelo me hizo plof, se me rizó y me encogió 4cms de largo. Maldita humedad. Cojeando, con el brick de zumo en la mano y con un aspecto deplorable salí del aeropuerto.

Sí, mi Toshibita sigue vivo.

Hola, soy Bridget Jones

Hola, soy Bridget Jones. Quizás me recuerden de otras entradas como "Mi día perfecto" o "Cosas que no deberían pasar".

Hoy estoy aquí, queridos amigos, para contaros mi periplo de hace unos días en el aeropuerto, ese lugar hostil y frío por el que no hay más remedio que pasar hasta que los señores de la Renfe decidan que el Ave también sea para la clase media.

Me levanté tarde, y llegué tarde a Barajas. Corre que te corre me dirigí a la ventanilla de facturación (porque a las 4am del día anterior me acordé que tenía que imprimir los billetes, pero según lo recordé lo volví a olvidar y seguí durmiendo) y vi que estaba cerrada. Puse mucha cara de pena al chico del mostrador y a Dios puse por testigo (¿os acordáis de Dios? Mi perrico) que me subiría a ese avión sí o sí. El chico del mostrador me miró con cara rara, me dio la tarjeta de embarque y salí por piernas. Control de seguridad. No me hicieron quitarme los zapatos, pero tuve que pasar el laptop 3 veces por el escáner. 3 ve-ces. Muy amablemente le dije al señor policía que porqué era necesario pasarlo tantas veces. "Es rutina, señorita". Le dije que por su culpa iba a perder el vuelo. "Es rutina, señorita". Le dije que qué esperaba encontrar en un Toshibita notebook enano. "Insisto, es rutina, señorita". Le dije que si su mujer estaba satisfecha con su pene y su vida sexual. "Es ru..." Cogí el portátil a toda velocidad y me fui de allí. Corre que te corre de nuevo me dirigí a la zona de embarque, convencida que había perdido el vuelo. En esas estaba cuando, bueno, digamos que me caí. Bueno, digamos no, me caí, así tal cual. Y no fue una caída limpia y grácil de señorita Dulcinea, sino un pedazo de hostión de bruces contra el suelo sin ningún tipo de decoro que no se lo saltaba un gitano. Mi bolso de viaje salió disparado varios metros y mató a muchas familias de pelusas por el camino. Dejó de ser color rosa palo para convertirse en color gris mierda. Mi bolso normal también fregó el suelo. Allí llevaba el portátil. Estaba claro que, de alguna manera, el policía rutinario había planeado esa caída. En serio. No me preguntéis cómo, pero fue en la primera persona en la que pensé cuando logré levantarme. Justicia divina, lo llamaría el maldito, seguramente. "Ahhhhhhhh, ¡Ayayayayay! ¿Estás bien?" que me dijo una señora. "NO, no estoy bien", que le dije yo. Coño. Es la típica pregunta de cortesía que en realidad no sirve para nada. La frase adecuada sería "Joven, he visto que te has caído, seguramente te dolerá y te sentirás humillada,  déjame que te ayude a levantarte, que por otro lado es lo único que puedo hacer en éste momento por ti, y da gracias". Así mucho mejor. Cojeando, sin maquillar, sudada, despeinada, con la ropa y los bolsos sucios, y no muy segura de si habría que hacerle el boca a boca a mi Toshibita, por fin llegué a embarcar. Oh, sorpresa. El vuelo salía con retraso. Ok. Va-le. "¡Qué bien! Qué suerte, ¿no? Mejor" que me dijisteis todos cuando os lo conté. NO, mejor, NO. Casi después de todo lo que pasé hubiera preferido el final dramático de perder el vuelo, todo muy de película, y no la estampa de llegar hecha un asco, con el resto de viajeros mirándome con cara de pena (me vieron caerme a lo lejos) y encima tener que esperar a que saliera el vuelo haciendo como que no pasaba nada. Me senté y me miré la rodilla. Al día siguiente tendría un bonito moratón. No si al final se me jode el viaje. Bueno. Levanté la vista y, vaya, delante mía tenía un chico monísimo que me miraba divertido. Le devolví la mirada con cierto resentimiento, la verdad. Pero espera, me suena tu cara. Tú eres alguien. Yo a ti te conozco. Si. Era un muchacho típico-guapito de una conocida serie de la tele, que no pienso compartir con vosotros, me perdonaréis el momento de privacidad. Me levanté y proseguí a embarcar, que por fin ya tocaba. Mi conversación con una de las azafatas fue tal que así:

- Perdone, señorita, pero su bolso de viaje se mueve.. (cara rara de la azafata, como escéptica e incrédula)
- ¿Cómo? (cara rara mía, como flipando y ésto es una cámara oculta)
- Sí, que se está moviendo...
- Ahm, bueno, parece lógico, vamos en un avión...
- No, no, me refiero, que se está moviendo de VERDAD (la azafata no dejaba de mirar el bolso superconcentrada)
- Perdona, pero no entiendo lo que me dices
- ¿Lleva algún animal dentro?
- ¿Perdón?
- Si, que si lleva algún animal dentro del bolso, es que ahora permitimos subir animales a bordo, y bueno...
- Mmm... No, no llevo ningún animal dentro del bolso, pero si lo llevaba, no se movería, porque estaría MUERTO, por aquello de la falta de oxígeno y tal...
- Pero su bolso se mueve... (seguía mirando el bolso fijamente como hipnotizada, claramente veía algo que yo no podía ver, igual le habían echado droja en el Colacao a la chica)
- Mira, te abro el bolso y te cercionas por ti misma de que no llevo nada (abro el bolso, la gente de alrededor mira con cara de ah, si, la de la hostia contra el suelo) Camisetas, bragas, cables... Como ves no llevo ningún animal
- Oh, ya veo, de acuerdo, perdone las molestias..
- Vale
- ...Pero no puedes llevar los bolsos debajo del asiento delantero
- .. (la miro, sin palabras)
- Es que no puedes
- ... (sigo mirándola, sin palabras)
- Tienes que subirlos a los compartimentos superiores destinados para tal propósito (si, la frase así, tal cual, muy profesional, ella)
- ¿A que se debe que no pueda dejar los bolsos aquí debajo? Siempre lo hago, nunca subo nada a los compartimentos superiores destinados para tal uso
- Bueno, sencillamente es así
- ...
- ...
- Sencillamente es la primera vez que me dicen algo así
- Es la rutina, señorita (¡¡¡AJÁ!!! ¡¡¡COMPLOT!!!! ¿Lo veis claro, no? ¿Lo veis? ¡Con-fa-bu-la-ci-ón, vendetta! ¡La maldición de la rutina!)
- Perdona pero no puedo entender lo que me estás diciendo
- Es que está sentada en los asientos de la salida de emergencia (acabáramos. Daros cuenta que si me lo hubiera dicho desde el principio nos hubiéramos ahorrado mucha saliva y mucho Perogrullo)
- Oh, de acuerdo, entonces prefiero cambiar de asiento
- Es sólo para el despegue y el aterrizaje
- Lo se, pero prefiero cambiar de asiento, si es posible
- No hay problema
- Y me llevaré a mi perrito Dios conmigo, que me lo he metido en el bolsillo para que se ventilara un poco
- ... (la azafata no dice nada pero me mira mal, parece que no le ha gustado el chascarrillo jocoso)

Miro detrás y veo un asiento libre cuatro filas más al fondo, así que para allá que me voy con mis bártulos. Me acomodo, dejo todo debajo del asiento delantero como Dios manda, me quito la cazadora, me pongo el cinturón y miro al pasajero de al lado para saludarlo educadamente (siempre lo hago así, primero me coloco y luego saludo, y no al revés). El chico de al lado es el actor de antes, el de la fila de embarque. Si. Genial. Y yo con estos pelos. TODO es culpa del policía del control de seguridad y de la azafata en pleno subidón de lsd. Saludo. El muchacho saluda. Despegamos. Busco a alguna azafata que no sea la adicta a las setas. No hay ninguna en el pasillo. Llamo al botoncico habilitado en el techo del avión para tales casos, como diría ella y, hello, aparece la infame. Estaba claro.

 - Me he caído antes, tengo la rodilla hinchada y me duele, ¿Tendríais hielo para que pueda ponerme hasta que aterricemos?
- Me temo que no te puedo dar hielo
- ¿Y algo frío?
- Me temo que no
- ¿No tenéis nada frío en la nevera que me puedas dejar?
- Te puedo dar un brick de zumo
- ...
- ...
- De los de litro
- ...
- ...
- Ok, pues dame uno, por favor, gracias.

Si, amigos, fui todo el viaje con un brick de zumo de manzana en la rodilla, atado con un cordelín que muy amablemente me había dejado la azafata from hell para que no se moviera. Ya, ya se lo que pensáis, lo se. Lo se.

El actor se puso a hablarme. Si no fuera por el aspecto horroroso que llevaba yo en ese momento, diría que estaba intentando ligar. Le estuve contando lo de azafata, y se reía. De hecho, si hubiera dicho simplemente chorizo, se hubiera reído también. Pasamos un viaje entretenido hablando de trivialidades y cuando aterrizamos me dio su número de teléfono para que lo llamara. Oh, si, queridos míos, parece que la justicia divina ha obrado en mi favor ésta vez. Parece que rompí el maleficio del poli y la azafata. Parece que se alinearon los astros para darme un regalo por la terrible mañana vivida. El karma, o lo que sea.

Según bajé del avión el pelo me hizo plof, se me rizó y me encogió 4cms de largo. Maldita humedad. Cojeando, con el brick de zumo en la mano y con un aspecto deplorable salí del aeropuerto.

Sí, mi Toshibita sigue vivo.

martes, 11 de mayo de 2010

Señoras que se pintan los dientes y de paso los labios

Pues es que yo no se pintarme los labios. Lo intento, pero me quedan fatal. Me quedan un poco bastante como a Carmen de Mairena. Mis amigos maquilladores siempre me lo dicen, así, a la cara, sin cortarse un pelo. Y tienen razón. PERO SE ACABÓ. He encontrado el artículo definitivo para que la boca quede per-fec-ta. Quería compartirlo con vosotras.


Si ésta máscara no os parece lo más práctico del mundo, pues no se qué más queréis.

Señoras que se pintan los dientes y de paso los labios

Pues es que yo no se pintarme los labios. Lo intento, pero me quedan fatal. Me quedan un poco bastante como a Carmen de Mairena. Mis amigos maquilladores siempre me lo dicen, así, a la cara, sin cortarse un pelo. Y tienen razón. PERO SE ACABÓ. He encontrado el artículo definitivo para que la boca quede per-fec-ta. Quería compartirlo con vosotras.


Si ésta máscara no os parece lo más práctico del mundo, pues no se qué más queréis.

viernes, 7 de mayo de 2010

Just the perfect day

Ayer fue un día perfecto. Qué maravilla. Me levanté prontico (rarísimo en mí), me duché, me lavé el pelo (que me quedó como para ir a Chica Pantene) y salí a desayunar a una terracita al sol. Y vaya sol primaveral, de darle las gracias a Dios (ya sabéis, Dios, mi perrete). El camarero fue muy amable y tardó extraordinariamente poco en servirme. De hecho fue tan amable que entre el jijijaja me salió el desayuno gratis, bravo. Cuando acabé fui a comprar el pan. Un señora mayor intentó colarse a los cinco que estábamos esperando pacientemente alegando aquello de "¡Ay hijo si yo sólo quiero una barra!" ..."¡Pues como todos los demás, señora, así que espere su turno que me cagüenlamar!" y la señora se puso a la cola. Menudo cuadro, pero cuanta razón, hombre ya. Cuando llegué a casa, me puse a estudiar un ratito. Oye, y que me cundió y todo, no me fui por los cerros de Úbeda y aprendí cosas, un no parar de sabiduría, no te digo más. Comí un guiso de mi madre para llorar de rico y venga, a trabajar. Llegué a la parada del autobús y una señora muy del estilo a la de la panadería quería volver a saltarse la cola: "¡Ay, que estoy muy mayor y me duelen los pies!" ..."¡Que no, señora, coñe, que no, que se espere su turno como todo el mundo, que a los demás también nos duelen los pies cagüenDios (en Dios Dios, no en mi perrete), ¿O acaso cree que ese chico con muletas está mejor que usted, o esa chica embarazada de 13 meses?" La señora dijo algo sobre ésta juventud hay que ver en mis tiempos eso no pasaba y se puso al final de la cola. En el autobús todo fue paz y armonía, el conductor se deslizaba como los ángeles y todos la mar de contentos y relajados. Sólo nos faltó cantarle aquello de Para ser conductor de primeeeera, ¡aceleeeera, aceleeera! Cuando llegué a mi puesto de trabajo, pasé seis horas estupendas hablando con mis compañeros, trabajando lo justo, de merendola feliz y riendo sin parar. Hasta los jefes estaban de buen humor y los clientes, oh-cielo-santo, fueron curiosa y extraordinariamente amabilísimos. Al salir del trabajo nos fuimos unos cuantos compañeros a cañear a los bares de siempre. Con el puntillo tonto y más feliz que una perdiz me dirigí a coger el metro. Allí estaba como siempre ese chico guapísimo con el que siempre coincido, con el que siempre intercambio miraditas, pero con el que nunca pasa nada. Pero ésta vez sí. Ésta vez se sentó a mi lado y empezó a hablarme... "Oh Dios, ¡de verdad existes!" (pensaba yo, refiriéndome a Dios de verdad, no a mi perrete, yo por si acaso lo explico). El chico, después de 6 paradas de metro de conversación, me dio su número de teléfono y prometí llamarle. Como para no hacerlo. Justo cuando no me podía creer el día que había tenido, entra en el vagón el típico gañán con el móvil a toda hostia. Mierda, adiós a mi día perfecto.. Pero no, mierda no. Un chaval el doble de alto que él se le acercó y le dijo que una de dos, o bajaba el volumen o le reventaba el móvil contra el cristal. Así, educada y directamente, como debe ser. El gañán apagón el móvil sin rechistar. Todos nos miramos con cara de satisfacción y nos pusimos a aplaudir. Viva el trabajo bien hecho. Llegué a casa y encendí el ordenador. Me pude al día con el Reader. En serio. Qué felicidad. Me puse a dormir y soñé que me iba a Hawai a ver las localizaciones de Perdidos con el chico del metro. No se vosotros, pero yo no le pido mucho más a un buen día...


Si no fuera porque mi día, realmente, se desvió un poco de eso...

Me levanté a la 1 de la tarde, como siempre. No tenía agua caliente y me duché a duras penas. Se me quedó el pelo peor que a la Duquesa de Alba. Miré por la ventana. Frío y lluvia. ¿De verdad estamos en primavera? Amos ya, no jodas. Bajé a por un café al bar de la esquina, y el camarero me abrasó viva. Me tiró el café encima. Para compensar mis quemaduras de tercer grado me invitó a otro café (malísimo) y a una napolitana (más tiesa que una francesa bailando mambo). De mala gana y guardándome la napolitana para utilizarla de pisapapeles fui a comprar el pan. Una señora mayor intentó colarse... Y lo consiguió. Su nieto el Pokero Mayor del Reino estaba en la puerta y nadie dijo ni mu. Cuando llegué a casa metí una pizza congelada en el micro y venga, a comer aquella papa. Después a trabajar. Llegué a la parada del autobús y una señora a intentar saltarse la cola. Y se la saltó. Todo el mundo se quejaba entre dientes (yo la primera) pero nadie la dijo nada. Claro, no fuera a ser que descargara su violencia masiva sobre todos nosotros, mejor andarse con cuidado, que con las señoras de 70 años con chepa nunca se sabe. En ése momento miré al cielo y recé a Dios (recé porque mi perrete Dios no se me comiera los sofás, porque se me había olvidado sacarle comida). El conductor del bus acababa de venir de rallies y olvidó que llevaba pasajeros. Cogió todos los badenes y baches que encontró a su paso con sumo gusto y 5 personas tuvieron que irse a urgencias con las vertebras del cuello desencajadas. Cuando llegué a mi puesto de trabajo, pasé seis horas de mierda aguantando a mis compañeros hablar de sus chorradas y a los clientes con sus marrones. Ahora entiendo porqué en el EEUU la gente va con recortadas a los institutos y grandes almacenes. Al salir del trabajo llovía tanto y hacía tanto viento que se me dio la vuelta al paraguas. Compré otro al chino de la esquina y me duró 7 minutos. Compré otro más al chino de la esquina siguiente y bueno, ¿ya sabéis, no? Que se me volvió a romper. Calada hasta los huesos, con el maquillaje corrido y el pelo recién sacado de Dinastía, me metí al metro. Allí estaba el chico guapísimo con el que siempre coincido... Y efectivamente, allí estaba también la chica rubia, altísima, monísima y 10 años más joven que yo con la que también siempre coincido. Y mira, ese fue el día en que los dos se pusieron a hablar e intercambiar móviles. Cabrones. A mí un chico de unos 20 años sentado a mi lado me dijo "Señora, tenga un klínex para limpiarse". Es triste, lo sé, me quise morir. Cuando ya pensaba que las cosas no podían ir a peor, entra en el vagón el típico chaval con el móvil a volumen +50000. ¡Dios! (acordándome de mi perrete, con principio de muerte por inanición), ¡Soy una buena persona!, ¡No me merezco ésto! Pero claro, nadie dijo nada. Todo el camino escuchando latineo. Llegué a casa, me sequé, resucité a mi perrete haciéndole el boca a boca y dándole de comer, y encendí el ordenador. Ni un sólo email interesante. Me meto en el Reader, me da un sofocón por todo lo que tenía pendiente para leer y lo apago. Me puse a dormir y soñé que estaba hablando con Manolo Kabezabolo sobre literatura en un gimnasio mientras unas 20 personas saltaban al plinto.

Acepto abrazos y palabras de cariño, gracias.

Just the perfect day

Ayer fue un día perfecto. Qué maravilla. Me levanté prontico (rarísimo en mí), me duché, me lavé el pelo (que me quedó como para ir a Chica Pantene) y salí a desayunar a una terracita al sol. Y vaya sol primaveral, de darle las gracias a Dios (ya sabéis, Dios, mi perrete). El camarero fue muy amable y tardó extraordinariamente poco en servirme. De hecho fue tan amable que entre el jijijaja me salió el desayuno gratis, bravo. Cuando acabé fui a comprar el pan. Un señora mayor intentó colarse a los cinco que estábamos esperando pacientemente alegando aquello de "¡Ay hijo si yo sólo quiero una barra!" ..."¡Pues como todos los demás, señora, así que espere su turno que me cagüenlamar!" y la señora se puso a la cola. Menudo cuadro, pero cuanta razón, hombre ya. Cuando llegué a casa, me puse a estudiar un ratito. Oye, y que me cundió y todo, no me fui por los cerros de Úbeda y aprendí cosas, un no parar de sabiduría, no te digo más. Comí un guiso de mi madre para llorar de rico y venga, a trabajar. Llegué a la parada del autobús y una señora muy del estilo a la de la panadería quería volver a saltarse la cola: "¡Ay, que estoy muy mayor y me duelen los pies!" ..."¡Que no, señora, coñe, que no, que se espere su turno como todo el mundo, que a los demás también nos duelen los pies cagüenDios (en Dios Dios, no en mi perrete), ¿O acaso cree que ese chico con muletas está mejor que usted, o esa chica embarazada de 13 meses?" La señora dijo algo sobre ésta juventud hay que ver en mis tiempos eso no pasaba y se puso al final de la cola. En el autobús todo fue paz y armonía, el conductor se deslizaba como los ángeles y todos la mar de contentos y relajados. Sólo nos faltó cantarle aquello de Para ser conductor de primeeeera, ¡aceleeeera, aceleeera! Cuando llegué a mi puesto de trabajo, pasé seis horas estupendas hablando con mis compañeros, trabajando lo justo, de merendola feliz y riendo sin parar. Hasta los jefes estaban de buen humor y los clientes, oh-cielo-santo, fueron curiosa y extraordinariamente amabilísimos. Al salir del trabajo nos fuimos unos cuantos compañeros a cañear a los bares de siempre. Con el puntillo tonto y más feliz que una perdiz me dirigí a coger el metro. Allí estaba como siempre ese chico guapísimo con el que siempre coincido, con el que siempre intercambio miraditas, pero con el que nunca pasa nada. Pero ésta vez sí. Ésta vez se sentó a mi lado y empezó a hablarme... "Oh Dios, ¡de verdad existes!" (pensaba yo, refiriéndome a Dios de verdad, no a mi perrete, yo por si acaso lo explico). El chico, después de 6 paradas de metro de conversación, me dio su número de teléfono y prometí llamarle. Como para no hacerlo. Justo cuando no me podía creer el día que había tenido, entra en el vagón el típico gañán con el móvil a toda hostia. Mierda, adiós a mi día perfecto.. Pero no, mierda no. Un chaval el doble de alto que él se le acercó y le dijo que una de dos, o bajaba el volumen o le reventaba el móvil contra el cristal. Así, educada y directamente, como debe ser. El gañán apagón el móvil sin rechistar. Todos nos miramos con cara de satisfacción y nos pusimos a aplaudir. Viva el trabajo bien hecho. Llegué a casa y encendí el ordenador. Me pude al día con el Reader. En serio. Qué felicidad. Me puse a dormir y soñé que me iba a Hawai a ver las localizaciones de Perdidos con el chico del metro. No se vosotros, pero yo no le pido mucho más a un buen día...


Si no fuera porque mi día, realmente, se desvió un poco de eso...

Me levanté a la 1 de la tarde, como siempre. No tenía agua caliente y me duché a duras penas. Se me quedó el pelo peor que a la Duquesa de Alba. Miré por la ventana. Frío y lluvia. ¿De verdad estamos en primavera? Amos ya, no jodas. Bajé a por un café al bar de la esquina, y el camarero me abrasó viva. Me tiró el café encima. Para compensar mis quemaduras de tercer grado me invitó a otro café (malísimo) y a una napolitana (más tiesa que una francesa bailando mambo). De mala gana y guardándome la napolitana para utilizarla de pisapapeles fui a comprar el pan. Una señora mayor intentó colarse... Y lo consiguió. Su nieto el Pokero Mayor del Reino estaba en la puerta y nadie dijo ni mu. Cuando llegué a casa metí una pizza congelada en el micro y venga, a comer aquella papa. Después a trabajar. Llegué a la parada del autobús y una señora a intentar saltarse la cola. Y se la saltó. Todo el mundo se quejaba entre dientes (yo la primera) pero nadie la dijo nada. Claro, no fuera a ser que descargara su violencia masiva sobre todos nosotros, mejor andarse con cuidado, que con las señoras de 70 años con chepa nunca se sabe. En ése momento miré al cielo y recé a Dios (recé porque mi perrete Dios no se me comiera los sofás, porque se me había olvidado sacarle comida). El conductor del bus acababa de venir de rallies y olvidó que llevaba pasajeros. Cogió todos los badenes y baches que encontró a su paso con sumo gusto y 5 personas tuvieron que irse a urgencias con las vertebras del cuello desencajadas. Cuando llegué a mi puesto de trabajo, pasé seis horas de mierda aguantando a mis compañeros hablar de sus chorradas y a los clientes con sus marrones. Ahora entiendo porqué en el EEUU la gente va con recortadas a los institutos y grandes almacenes. Al salir del trabajo llovía tanto y hacía tanto viento que se me dio la vuelta al paraguas. Compré otro al chino de la esquina y me duró 7 minutos. Compré otro más al chino de la esquina siguiente y bueno, ¿ya sabéis, no? Que se me volvió a romper. Calada hasta los huesos, con el maquillaje corrido y el pelo recién sacado de Dinastía, me metí al metro. Allí estaba el chico guapísimo con el que siempre coincido... Y efectivamente, allí estaba también la chica rubia, altísima, monísima y 10 años más joven que yo con la que también siempre coincido. Y mira, ese fue el día en que los dos se pusieron a hablar e intercambiar móviles. Cabrones. A mí un chico de unos 20 años sentado a mi lado me dijo "Señora, tenga un klínex para limpiarse". Es triste, lo sé, me quise morir. Cuando ya pensaba que las cosas no podían ir a peor, entra en el vagón el típico chaval con el móvil a volumen +50000. ¡Dios! (acordándome de mi perrete, con principio de muerte por inanición), ¡Soy una buena persona!, ¡No me merezco ésto! Pero claro, nadie dijo nada. Todo el camino escuchando latineo. Llegué a casa, me sequé, resucité a mi perrete haciéndole el boca a boca y dándole de comer, y encendí el ordenador. Ni un sólo email interesante. Me meto en el Reader, me da un sofocón por todo lo que tenía pendiente para leer y lo apago. Me puse a dormir y soñé que estaba hablando con Manolo Kabezabolo sobre literatura en un gimnasio mientras unas 20 personas saltaban al plinto.

Acepto abrazos y palabras de cariño, gracias.

martes, 4 de mayo de 2010

Historia onírica

Vale, hace mucho que no escribo una, ésta es de ayer mismo:

Un chico tiene de mascota una piraña, un cacho de piraña gorda y negra. La tiene en una pecerita, pero de vez en cuando la saca a pasear. Ajá, si, a pasear. Le pone una correíta y venga, a dar vueltas a la calle. No olvidemos que los peces no tienen patas, así que basicamente el chico lleva la piraña arrastrándola o dando tumbos por la calle. Imaginaos algo así pero con la piraña detrás. Un cuadro goyesco. Bien, la cosa es sencilla, es una piraña, un pez chungo, y de camino en el camino (valga la redundancia) y entre bote y rebote se pone a comer cosas: Ahora muerdo la pata de este perro, ahora le doy un bocado a esta señora, que si me llevo un brazo de ese niño, que si le dejo sin cabeza al bebé. Una sangría vamos. Todo muy gore. La piraña va dejando un rastro de sangre brutal en su camino. El muchacho, el dueño de la piraña, va a lo suyo, no se entera de nada. Él con los cascos tan tranquilo escuchando su musiquita y mientras la piraña va creando devastación a su paso. Bien, de depente aparece del cielo una mezcla muy weird de Superman y Pogeybait, no se, un superheroe como raruno y chusco, con un mazo en la mano... Ajá. El SuperBait, sin apenas pisar el suelo, le pega un mazazo a la piraña y la deja espachurrada en el suelo. Adiós piraña. El muchacho no se entera de nada. Sigue arrastrando los restos que le han quedado del animalito por la calle. Ya verás cuando llegue a casa que susto.

Historia onírica

Vale, hace mucho que no escribo una, ésta es de ayer mismo:

Un chico tiene de mascota una piraña, un cacho de piraña gorda y negra. La tiene en una pecerita, pero de vez en cuando la saca a pasear. Ajá, si, a pasear. Le pone una correíta y venga, a dar vueltas a la calle. No olvidemos que los peces no tienen patas, así que basicamente el chico lleva la piraña arrastrándola o dando tumbos por la calle. Imaginaos algo así pero con la piraña detrás. Un cuadro goyesco. Bien, la cosa es sencilla, es una piraña, un pez chungo, y de camino en el camino (valga la redundancia) y entre bote y rebote se pone a comer cosas: Ahora muerdo la pata de este perro, ahora le doy un bocado a esta señora, que si me llevo un brazo de ese niño, que si le dejo sin cabeza al bebé. Una sangría vamos. Todo muy gore. La piraña va dejando un rastro de sangre brutal en su camino. El muchacho, el dueño de la piraña, va a lo suyo, no se entera de nada. Él con los cascos tan tranquilo escuchando su musiquita y mientras la piraña va creando devastación a su paso. Bien, de depente aparece del cielo una mezcla muy weird de Superman y Pogeybait, no se, un superheroe como raruno y chusco, con un mazo en la mano... Ajá. El SuperBait, sin apenas pisar el suelo, le pega un mazazo a la piraña y la deja espachurrada en el suelo. Adiós piraña. El muchacho no se entera de nada. Sigue arrastrando los restos que le han quedado del animalito por la calle. Ya verás cuando llegue a casa que susto.