sábado, 15 de mayo de 2010

Hola, soy Bridget Jones

Hola, soy Bridget Jones. Quizás me recuerden de otras entradas como "Mi día perfecto" o "Cosas que no deberían pasar".

Hoy estoy aquí, queridos amigos, para contaros mi periplo de hace unos días en el aeropuerto, ese lugar hostil y frío por el que no hay más remedio que pasar hasta que los señores de la Renfe decidan que el Ave también sea para la clase media.

Me levanté tarde, y llegué tarde a Barajas. Corre que te corre me dirigí a la ventanilla de facturación (porque a las 4am del día anterior me acordé que tenía que imprimir los billetes, pero según lo recordé lo volví a olvidar y seguí durmiendo) y vi que estaba cerrada. Puse mucha cara de pena al chico del mostrador y a Dios puse por testigo (¿os acordáis de Dios? Mi perrico) que me subiría a ese avión sí o sí. El chico del mostrador me miró con cara rara, me dio la tarjeta de embarque y salí por piernas. Control de seguridad. No me hicieron quitarme los zapatos, pero tuve que pasar el laptop 3 veces por el escáner. 3 ve-ces. Muy amablemente le dije al señor policía que porqué era necesario pasarlo tantas veces. "Es rutina, señorita". Le dije que por su culpa iba a perder el vuelo. "Es rutina, señorita". Le dije que qué esperaba encontrar en un Toshibita notebook enano. "Insisto, es rutina, señorita". Le dije que si su mujer estaba satisfecha con su pene y su vida sexual. "Es ru..." Cogí el portátil a toda velocidad y me fui de allí. Corre que te corre de nuevo me dirigí a la zona de embarque, convencida que había perdido el vuelo. En esas estaba cuando, bueno, digamos que me caí. Bueno, digamos no, me caí, así tal cual. Y no fue una caída limpia y grácil de señorita Dulcinea, sino un pedazo de hostión de bruces contra el suelo sin ningún tipo de decoro que no se lo saltaba un gitano. Mi bolso de viaje salió disparado varios metros y mató a muchas familias de pelusas por el camino. Dejó de ser color rosa palo para convertirse en color gris mierda. Mi bolso normal también fregó el suelo. Allí llevaba el portátil. Estaba claro que, de alguna manera, el policía rutinario había planeado esa caída. En serio. No me preguntéis cómo, pero fue en la primera persona en la que pensé cuando logré levantarme. Justicia divina, lo llamaría el maldito, seguramente. "Ahhhhhhhh, ¡Ayayayayay! ¿Estás bien?" que me dijo una señora. "NO, no estoy bien", que le dije yo. Coño. Es la típica pregunta de cortesía que en realidad no sirve para nada. La frase adecuada sería "Joven, he visto que te has caído, seguramente te dolerá y te sentirás humillada,  déjame que te ayude a levantarte, que por otro lado es lo único que puedo hacer en éste momento por ti, y da gracias". Así mucho mejor. Cojeando, sin maquillar, sudada, despeinada, con la ropa y los bolsos sucios, y no muy segura de si habría que hacerle el boca a boca a mi Toshibita, por fin llegué a embarcar. Oh, sorpresa. El vuelo salía con retraso. Ok. Va-le. "¡Qué bien! Qué suerte, ¿no? Mejor" que me dijisteis todos cuando os lo conté. NO, mejor, NO. Casi después de todo lo que pasé hubiera preferido el final dramático de perder el vuelo, todo muy de película, y no la estampa de llegar hecha un asco, con el resto de viajeros mirándome con cara de pena (me vieron caerme a lo lejos) y encima tener que esperar a que saliera el vuelo haciendo como que no pasaba nada. Me senté y me miré la rodilla. Al día siguiente tendría un bonito moratón. No si al final se me jode el viaje. Bueno. Levanté la vista y, vaya, delante mía tenía un chico monísimo que me miraba divertido. Le devolví la mirada con cierto resentimiento, la verdad. Pero espera, me suena tu cara. Tú eres alguien. Yo a ti te conozco. Si. Era un muchacho típico-guapito de una conocida serie de la tele, que no pienso compartir con vosotros, me perdonaréis el momento de privacidad. Me levanté y proseguí a embarcar, que por fin ya tocaba. Mi conversación con una de las azafatas fue tal que así:

- Perdone, señorita, pero su bolso de viaje se mueve.. (cara rara de la azafata, como escéptica e incrédula)
- ¿Cómo? (cara rara mía, como flipando y ésto es una cámara oculta)
- Sí, que se está moviendo...
- Ahm, bueno, parece lógico, vamos en un avión...
- No, no, me refiero, que se está moviendo de VERDAD (la azafata no dejaba de mirar el bolso superconcentrada)
- Perdona, pero no entiendo lo que me dices
- ¿Lleva algún animal dentro?
- ¿Perdón?
- Si, que si lleva algún animal dentro del bolso, es que ahora permitimos subir animales a bordo, y bueno...
- Mmm... No, no llevo ningún animal dentro del bolso, pero si lo llevaba, no se movería, porque estaría MUERTO, por aquello de la falta de oxígeno y tal...
- Pero su bolso se mueve... (seguía mirando el bolso fijamente como hipnotizada, claramente veía algo que yo no podía ver, igual le habían echado droja en el Colacao a la chica)
- Mira, te abro el bolso y te cercionas por ti misma de que no llevo nada (abro el bolso, la gente de alrededor mira con cara de ah, si, la de la hostia contra el suelo) Camisetas, bragas, cables... Como ves no llevo ningún animal
- Oh, ya veo, de acuerdo, perdone las molestias..
- Vale
- ...Pero no puedes llevar los bolsos debajo del asiento delantero
- .. (la miro, sin palabras)
- Es que no puedes
- ... (sigo mirándola, sin palabras)
- Tienes que subirlos a los compartimentos superiores destinados para tal propósito (si, la frase así, tal cual, muy profesional, ella)
- ¿A que se debe que no pueda dejar los bolsos aquí debajo? Siempre lo hago, nunca subo nada a los compartimentos superiores destinados para tal uso
- Bueno, sencillamente es así
- ...
- ...
- Sencillamente es la primera vez que me dicen algo así
- Es la rutina, señorita (¡¡¡AJÁ!!! ¡¡¡COMPLOT!!!! ¿Lo veis claro, no? ¿Lo veis? ¡Con-fa-bu-la-ci-ón, vendetta! ¡La maldición de la rutina!)
- Perdona pero no puedo entender lo que me estás diciendo
- Es que está sentada en los asientos de la salida de emergencia (acabáramos. Daros cuenta que si me lo hubiera dicho desde el principio nos hubiéramos ahorrado mucha saliva y mucho Perogrullo)
- Oh, de acuerdo, entonces prefiero cambiar de asiento
- Es sólo para el despegue y el aterrizaje
- Lo se, pero prefiero cambiar de asiento, si es posible
- No hay problema
- Y me llevaré a mi perrito Dios conmigo, que me lo he metido en el bolsillo para que se ventilara un poco
- ... (la azafata no dice nada pero me mira mal, parece que no le ha gustado el chascarrillo jocoso)

Miro detrás y veo un asiento libre cuatro filas más al fondo, así que para allá que me voy con mis bártulos. Me acomodo, dejo todo debajo del asiento delantero como Dios manda, me quito la cazadora, me pongo el cinturón y miro al pasajero de al lado para saludarlo educadamente (siempre lo hago así, primero me coloco y luego saludo, y no al revés). El chico de al lado es el actor de antes, el de la fila de embarque. Si. Genial. Y yo con estos pelos. TODO es culpa del policía del control de seguridad y de la azafata en pleno subidón de lsd. Saludo. El muchacho saluda. Despegamos. Busco a alguna azafata que no sea la adicta a las setas. No hay ninguna en el pasillo. Llamo al botoncico habilitado en el techo del avión para tales casos, como diría ella y, hello, aparece la infame. Estaba claro.

 - Me he caído antes, tengo la rodilla hinchada y me duele, ¿Tendríais hielo para que pueda ponerme hasta que aterricemos?
- Me temo que no te puedo dar hielo
- ¿Y algo frío?
- Me temo que no
- ¿No tenéis nada frío en la nevera que me puedas dejar?
- Te puedo dar un brick de zumo
- ...
- ...
- De los de litro
- ...
- ...
- Ok, pues dame uno, por favor, gracias.

Si, amigos, fui todo el viaje con un brick de zumo de manzana en la rodilla, atado con un cordelín que muy amablemente me había dejado la azafata from hell para que no se moviera. Ya, ya se lo que pensáis, lo se. Lo se.

El actor se puso a hablarme. Si no fuera por el aspecto horroroso que llevaba yo en ese momento, diría que estaba intentando ligar. Le estuve contando lo de azafata, y se reía. De hecho, si hubiera dicho simplemente chorizo, se hubiera reído también. Pasamos un viaje entretenido hablando de trivialidades y cuando aterrizamos me dio su número de teléfono para que lo llamara. Oh, si, queridos míos, parece que la justicia divina ha obrado en mi favor ésta vez. Parece que rompí el maleficio del poli y la azafata. Parece que se alinearon los astros para darme un regalo por la terrible mañana vivida. El karma, o lo que sea.

Según bajé del avión el pelo me hizo plof, se me rizó y me encogió 4cms de largo. Maldita humedad. Cojeando, con el brick de zumo en la mano y con un aspecto deplorable salí del aeropuerto.

Sí, mi Toshibita sigue vivo.

2 comentarios:

  1. este post es MUY MUY MUY pero que MUY GRANDEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEE. Hemos llorado y digo HEMOS por Edu, Amaya y yo...

    sufrimos por toshibita, por Dios y por tu rodilla. Cómo estáis????

    sira

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  2. Jajajaja, me alegro que os ríais de las desgracias ajenas, creo.

    Toshibita sobrevivió, pero pasó algún tiempo en la uvi. Mi rodilla mejoró, gracias al zumo de un litro... :P

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