viernes, 6 de agosto de 2010

A la tercera va la vencida

Vale, ya estaba bien. Ahora sí, ahora sí que había llegado el momento del adiós definitivo. Tres son demasiadas. Tres hostias de realidad no las aguanta nadie, tres hostias contra el suelo son muchas, sobre todo cuando son culpa tuya, porque no estás a lo que estás y se te va la olla pensando en chorradas. La primera ruptura (rotura, directamente, por lo duro) piensas que aún se pueden arreglar las cosas, que no tiene porqué acabar mal todo, que segundas partes pueden ser buenas y que siempre queda la esperanza, que no tiene porqué irse todo a la mierda... La segunda es dura también, sobretodo por inesperada, aunque ya has pasado por lo mismo antes, y te quedas como diciendo "¿qué demonios?", porque parecía que la cosa tiraba, o medio tiraba, eso creías tú en tu pobre delirio, y de repente, pues no, e intentas volver a arreglarlo por segunda vez, como la vacaburra que eres, aunque sabes que va a durar más bien poco... Pero la tercera... Ay amiga la tercera, la tercera ya no, mujer, todo tiene un límite, ni lo intentes vamos. Esta última vez te ha venido bien para saber, ahora de verdad, de VERDAD con mayúsculas, que las cosas son como son y punto, que hay cosas que no se pueden controlar, que todo pasa por algo, que hay que dejar de hacer el gilipollas pensando en cómo vas a hacer que todo vuelva a ser como antes... Que la vida sigue chica, que no pasa nada, que es hora de pasar página, de una vez por todas, mona, que ésto es algo bueno. Pa-sar pá-gi-na. Que sí, mujer, que sí, que tú puedes...

Y vaya que si pasas página... Lo haces y la siguiente hoja del periódico es la parte de economía, que te importa menos que un pimiento pocho, así que la arrancas y con cuidado recoges los cachitos del maldito jarrón que ya se te ha caído 3 veces al suelo y que está en las últimas, que ya da vergüenza hombre, que ya es hora de comprar otro nuevo, que ése lo has amortizado a base de bien durante años, que se ha quedado hecho añicos de la última, no hay nada que salvar del pobre jarrón, que tenía más pegamento que porcelana, chata.

Cómprate otro jarrón, tía, que no son tan caros, y los hay a porrillo.

4 comentarios:

  1. en los chinos hay que ni te cuento! jajajaja chino? he dicho chino? jajaja ;PPP... i!

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  2. Sebastian Chu tenía potencial, tú lo sabes, yo lo se, ¡todos los sabíamos! :_D

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  3. reconstruir un jarrón usando los mismos pedazos que lo formaban antes hace volver a obtener el mismo jarrón. cada pieza tiene una unica posición. Si lo que queremos es un cenicero, haría falta limar unas cuantas a nuestro gusto, tirar las que nos queramos y dale nuestro toque personal( que siempre viene bien).
    Estamos en tiempos de ahorro, y no está mal optar por el reciclaje.

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  4. Creo que transformar un jarrón en cenicero es demasiado trabajo, y que nunca va a quedar como un cenicero original... Lo mejor es optar por un cenicero nuevo, y que no sea un frankenstcero... Creo que precisamente el problema es ése, el reciclaje, que siempre tendemos a coger piezas viejas y darles una nueva vuelta, a ver que pasa. Y no. Optemos por jarrones y ceniceros nuevos, siempre acabarán sorprendiéndonos más

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