domingo, 29 de agosto de 2010

No sin mi hija

John Marshall miraba impaciente su reloj. En unos minutos embarcaría rumbo a París. John, ex-agente de la CIA, repasaba mentalmente su plan de rescate... Habían secuestrado a su hija Rachel, de 19 años, mientras se encontraba de viaje de estudios por Europa. John se había enfrentado a muchas situaciones difíciles durante toda su vida debido a su trabajo, pero nada era comparable con el hecho de perder a su única hija, era algo que no iba a consentir. Había hecho unas cuantas llamadas a compañeros aún en activo y a sus contactos internacionales y tenía una pista sólida, Rachel había sido secuestrada por una banda de albanokosovares que se dedicaba a la trata de blancas. John había logrado dar con el domicilio particular de uno de los cabecillas de la organización, Ilbrahin Kulaj, en un barrio a las afueras de París, e iba dispuesto a repartir hostias como panes a todo aquel que se interpusiera en su camino.

Una vez en París, cogió un taxi y fue directo a la dirección que le habían soplado. Cuando llegó, observó el edificio desde fuera con cautela. El piso de Ilbrahin se encontraba en la sexta planta. Discretamente sacó sus prismáticos y vio si había alguien dentro. El piso parecía vacío, además era su día de suerte, justo el de al lado parecía abandonado, el cual le serviría como una perfecta base de operaciones.

John subió hasta la sexta planta, se cercioró que el piso de Ilbrahin estaba vacío y forzó fácilmente la puerta. Una vez dentro buscó alguna pista sobre el paradero de su hija, pero sin éxito... En esas estaba cuando oyó la puerta. Ilbrahim había vuelto. John salió apresuradamente al balcón y se dispuso a saltar al de al lado, al del piso abandonado, que estaba a metro y medio de distancia. Ya tendría ocasión de estar cara a cara con Ilbrahin Kulaj, ese sapo asqueroso, y se llevaría su merecido... John puso un pie en la barandilla, el otro, tomó impulso... Se resbaló y se precipitó seis pisos al vacío. Se estrelló contra la calle.

Fin de la misión de rescate.

No sin mi hija

John Marshall miraba impaciente su reloj. En unos minutos embarcaría rumbo a París. John, ex-agente de la CIA, repasaba mentalmente su plan de rescate... Habían secuestrado a su hija Rachel, de 19 años, mientras se encontraba de viaje de estudios por Europa. John se había enfrentado a muchas situaciones difíciles durante toda su vida debido a su trabajo, pero nada era comparable con el hecho de perder a su única hija, era algo que no iba a consentir. Había hecho unas cuantas llamadas a compañeros aún en activo y a sus contactos internacionales y tenía una pista sólida, Rachel había sido secuestrada por una banda de albanokosovares que se dedicaba a la trata de blancas. John había logrado dar con el domicilio particular de uno de los cabecillas de la organización, Ilbrahin Kulaj, en un barrio a las afueras de París, e iba dispuesto a repartir hostias como panes a todo aquel que se interpusiera en su camino.

Una vez en París, cogió un taxi y fue directo a la dirección que le habían soplado. Cuando llegó, observó el edificio desde fuera con cautela. El piso de Ilbrahin se encontraba en la sexta planta. Discretamente sacó sus prismáticos y vio si había alguien dentro. El piso parecía vacío, además era su día de suerte, justo el de al lado parecía abandonado, el cual le serviría como una perfecta base de operaciones.

John subió hasta la sexta planta, se cercioró que el piso de Ilbrahin estaba vacío y forzó fácilmente la puerta. Una vez dentro buscó alguna pista sobre el paradero de su hija, pero sin éxito... En esas estaba cuando oyó la puerta. Ilbrahim había vuelto. John salió apresuradamente al balcón y se dispuso a saltar al de al lado, al del piso abandonado, que estaba a metro y medio de distancia. Ya tendría ocasión de estar cara a cara con Ilbrahin Kulaj, ese sapo asqueroso, y se llevaría su merecido... John puso un pie en la barandilla, el otro, tomó impulso... Se resbaló y se precipitó seis pisos al vacío. Se estrelló contra la calle.

Fin de la misión de rescate.

martes, 24 de agosto de 2010

Karaoke customizado

Bien, todos conocéis esta canción:



Según veo, la letra, así a primera vista, habla sobre el deseo carnal mezclado con "el enanito verde de mi cabeza me dice que queme cosas". Ok. Pues os voy a contar algo. El año pasado recuerdo que sin querer metía palabras equivocadas en la letra cuando cantaba la canción. Metía palabras que no eran las correctas. Realmente no es que la canción me gustara especialmente, pero tenía algo de hipnótico, algo bueno y malo a la vez, algo raro que me hacía volver a ella en situaciones muy determinadas... Igual estaba cocinando unos filetes, y me acordaba del estribillo, y se me quemaban. O cuando alguien hablaba de panceta, me la imaginaba toda churruscada. O si me comentaban que qué guai que hemos hecho matanza en el pueblo, no se, me imaginaba al cerdo en llamas. Lo relacionado con comida quemada me recordaba la canción, pero ojo, no con una comida cualquiera, sino con una muy concreta... Vale, se puede entender, me diréis, la letra habla de un incendio, ok, pero aún así, no se, había algo que no me cuadraba... ¿Porqué comida quemada? ¿Porqué un tipo de comida relacionada con cerdo, cosas crudas, grasa? Menuda forma de darle vueltas a las cosas, yo que ya de por sí tengo una personalidad un tanto obsesiva compulsiva.

Lo que quería compartir con vosotros es que hoy, amigos, por fin, POR FIN, he descubierto lo que es, lo que hace que mi subconsciente recuerde la cancioncita de marras de vez en cuando y no de forma aleatoria. Hoy, después de un año uniendo piezas, todo tiene sentido de repente, todo cuadra, tantas visitas al terapeuta han servido de algo, porque por fin encontré la solución. Ya puedo cambiar de tercio. Ya puedo dormir tranquila. Gracias, dios (dios, ¿os acordáis de él? Mi perrito).

Realmente, esto es lo que procesa mi cerebro, esto es lo que entiende que dice la canción:
(aquí puedes poner el vídeo y cantar la canción con la nueva letra bien alto)

Tú SI sabes bien porqué
a pesar del EXTRACTOR mueres de calor
en esta habitación no se puede COCINAR
abres la ventana es mucho peor
hay BACON en el balcón.

Arden, arden LOS CHORIZOS y los PESCADOS
arden LOS RESTOS DE TODO TU ASADO
arden en llamas TODOS LOS PEDAZOS.
Arden, arden FILETES DE SALSA CUBIERTOS
arde MORCILLA AL DARLE MENEO
y las COSTILLAS que TRAJO EL MORENO

Porque esto es el incendio
Esto es UN INFIERNO
EL CHURRASCO EN UN incendio sin control

Aunque eches a correr
incluso lo que GUISAS es A LA BRASA, OH
como la luz del FOGÓN
ya no quieres FREIR MÁS
te gusta ver el humo en cada rincón
y el SOLOMILLO, pecador

Arden, arden LOS CHORIZOS y los PESCADOS
arden LOS RESTOS DE TU ASADO
arden en llamas TODOS LOS PEDAZOS.
Arden, arden FILETES DE SALSA CUBIERTOS
arde MORCILLA AL DARLE MENEO
y las COSTILLAS que TRAJO EL MORENO

Porque esto es el incendio
Esto es UN INFIERNO
EL CHURRASCO EN UN incendio sin control

Porque esto es el incendio
Esto es UN INFIERNO
EL CHURRASCO EN UN incendio sin control


Mi consejo de hoy es: Niños, no intentéis hacer una barbacoa en la cocina de casa. Niños, no intentéis hacer una barbacoa en la terraza de un piso. Gracias.

Karaoke customizado

Bien, todos conocéis esta canción:



Según veo, la letra, así a primera vista, habla sobre el deseo carnal mezclado con "el enanito verde de mi cabeza me dice que queme cosas". Ok. Pues os voy a contar algo. El año pasado recuerdo que sin querer metía palabras equivocadas en la letra cuando cantaba la canción. Metía palabras que no eran las correctas. Realmente no es que la canción me gustara especialmente, pero tenía algo de hipnótico, algo bueno y malo a la vez, algo raro que me hacía volver a ella en situaciones muy determinadas... Igual estaba cocinando unos filetes, y me acordaba del estribillo, y se me quemaban. O cuando alguien hablaba de panceta, me la imaginaba toda churruscada. O si me comentaban que qué guai que hemos hecho matanza en el pueblo, no se, me imaginaba al cerdo en llamas. Lo relacionado con comida quemada me recordaba la canción, pero ojo, no con una comida cualquiera, sino con una muy concreta... Vale, se puede entender, me diréis, la letra habla de un incendio, ok, pero aún así, no se, había algo que no me cuadraba... ¿Porqué comida quemada? ¿Porqué un tipo de comida relacionada con cerdo, cosas crudas, grasa? Menuda forma de darle vueltas a las cosas, yo que ya de por sí tengo una personalidad un tanto obsesiva compulsiva.

Lo que quería compartir con vosotros es que hoy, amigos, por fin, POR FIN, he descubierto lo que es, lo que hace que mi subconsciente recuerde la cancioncita de marras de vez en cuando y no de forma aleatoria. Hoy, después de un año uniendo piezas, todo tiene sentido de repente, todo cuadra, tantas visitas al terapeuta han servido de algo, porque por fin encontré la solución. Ya puedo cambiar de tercio. Ya puedo dormir tranquila. Gracias, dios (dios, ¿os acordáis de él? Mi perrito).

Realmente, esto es lo que procesa mi cerebro, esto es lo que entiende que dice la canción:
(aquí puedes poner el vídeo y cantar la canción con la nueva letra bien alto)

Tú SI sabes bien porqué
a pesar del EXTRACTOR mueres de calor
en esta habitación no se puede COCINAR
abres la ventana es mucho peor
hay BACON en el balcón.

Arden, arden LOS CHORIZOS y los PESCADOS
arden LOS RESTOS DE TODO TU ASADO
arden en llamas TODOS LOS PEDAZOS.
Arden, arden FILETES DE SALSA CUBIERTOS
arde MORCILLA AL DARLE MENEO
y las COSTILLAS que TRAJO EL MORENO

Porque esto es el incendio
Esto es UN INFIERNO
EL CHURRASCO EN UN incendio sin control

Aunque eches a correr
incluso lo que GUISAS es A LA BRASA, OH
como la luz del FOGÓN
ya no quieres FREIR MÁS
te gusta ver el humo en cada rincón
y el SOLOMILLO, pecador

Arden, arden LOS CHORIZOS y los PESCADOS
arden LOS RESTOS DE TU ASADO
arden en llamas TODOS LOS PEDAZOS.
Arden, arden FILETES DE SALSA CUBIERTOS
arde MORCILLA AL DARLE MENEO
y las COSTILLAS que TRAJO EL MORENO

Porque esto es el incendio
Esto es UN INFIERNO
EL CHURRASCO EN UN incendio sin control

Porque esto es el incendio
Esto es UN INFIERNO
EL CHURRASCO EN UN incendio sin control


Mi consejo de hoy es: Niños, no intentéis hacer una barbacoa en la cocina de casa. Niños, no intentéis hacer una barbacoa en la terraza de un piso. Gracias.

martes, 10 de agosto de 2010

Frase hostiable de la semana: Hoy, palabra hostiable de la semana: PERO

De entre todas las palabras del vocabulario castellano, y mira que es amplio, hay una que destaca sobre las demás, que sobresale, que parece andar erguida como diciendo, toda chula, "hey, qué pasa, aquí estoy yo, apartaos de mi camino..." Es una palabra chunga, es una palabra que no trae nada bueno... Es, en definitiva, una palabra hostiable.

...Hoy, con todos vosotros, la palabra hostiable de la semana: PERO

Sí, y no me refiero al marido de la pera, sino al "pero" de toda la vida, a la maldita conjunción adversativa, que lo único que hace es andar a malas con el resto de integrantes de la oración de marras. Da igual lo bien que empieces una frase refiriéndote a algo o a alguien, que todo parezca guai y chachi y molón... Como metas un "pero" de por medio, se fastidió todo.

Veamos algunos ejemplos:

- "Bua tía, Sara es super guapa, simpática, lista... Peeeeeeeero parece que no se ducha muy a menudo" Lo veis, ¿no? ¿lo veis? Da igual lo maja que sea Sara, el caso es que NO se ducha mucho, es así, y da igual todo lo anterior, porque lo único con lo que te vas a quedar es con eso.

- "Este trabajo está muy bien, tengo un buen horario, mi jefe no me da mucho la chapa, salgo pronto... Peeeeeeeeeeeeero no me pagan mucho" Pues coño, espabila, entonces el curro NO está tan bien si te pagan dos duros.

- "Sí, si a mi Paco me cae genial, es un tío de la leche, peeeeeeeero, eso si, no le dejes dinero" Entonces... ¿Qué pasa con Paco? No, en serio, decidme, ¿Qué opináis al respecto? ¿Qué diantres pasa con Paco, qué hacemos con él?  Esto es un sinvivir.

- "La silla no está mal, el color es precioso, peeeeeeero tiene 3 patas sólo" ¿Pero qué leches es ésto, eh, entonces, qué demonios pasa con la silla? Me está empezando a entrar el tic nervioso del ojo, de verdad.


Era divina pero perdió la cabeza 


No, no y no. A mí la palabra "pero" me tiene ofuscada, porque intento evitar usarla, pero claro (<--- hela ahí, la cabrona), hay veces que es inevitable. También podéis pensar que vale, que "pero" es chunga, que tiene otras amigas como "aunque", o "sin embargo" que son iguales, que sirven para lo mismo, y tenéis razón, pero (<--- de nuevo, el dichoso "pero") es que "pero" (ay que lío, que me aturullo) es la peor, es como el "hijo de puta" de las malditas conjunciones, es la más sonora, la que peor cae, la más odiada, la más audaz.

- "'Aunque' es una mierda de palabra, pero 'pero' es mucho peor" Pues eso.

Desde aquí os animo a todos a no utilizar mucho la palabra hostiable de la semana, porque es sinónimo de que no todo marcha bien, de que hay problemas, es la pequeña arruga en tu camisa recién planchada, los cuatro pelos que se te olvidan al depilarte, la uña que se te rompe en tu manicura perfecta, el botón desabrochado de la bragueta, la leche cortada en el café.

Gracias.


(Es justo decir que la idea de esta entrada no es mía... Se la debo a alguien que me la pasó altruistamente para desarrollarla. Es así.)

Frase hostiable de la semana: Hoy, palabra hostiable de la semana: PERO

De entre todas las palabras del vocabulario castellano, y mira que es amplio, hay una que destaca sobre las demás, que sobresale, que parece andar erguida como diciendo, toda chula, "hey, qué pasa, aquí estoy yo, apartaos de mi camino..." Es una palabra chunga, es una palabra que no trae nada bueno... Es, en definitiva, una palabra hostiable.

...Hoy, con todos vosotros, la palabra hostiable de la semana: PERO

Sí, y no me refiero al marido de la pera, sino al "pero" de toda la vida, a la maldita conjunción adversativa, que lo único que hace es andar a malas con el resto de integrantes de la oración de marras. Da igual lo bien que empieces una frase refiriéndote a algo o a alguien, que todo parezca guai y chachi y molón... Como metas un "pero" de por medio, se fastidió todo.

Veamos algunos ejemplos:

- "Bua tía, Sara es super guapa, simpática, lista... Peeeeeeeero parece que no se ducha muy a menudo" Lo veis, ¿no? ¿lo veis? Da igual lo maja que sea Sara, el caso es que NO se ducha mucho, es así, y da igual todo lo anterior, porque lo único con lo que te vas a quedar es con eso.

- "Este trabajo está muy bien, tengo un buen horario, mi jefe no me da mucho la chapa, salgo pronto... Peeeeeeeeeeeeero no me pagan mucho" Pues coño, espabila, entonces el curro NO está tan bien si te pagan dos duros.

- "Sí, si a mi Paco me cae genial, es un tío de la leche, peeeeeeeero, eso si, no le dejes dinero" Entonces... ¿Qué pasa con Paco? No, en serio, decidme, ¿Qué opináis al respecto? ¿Qué diantres pasa con Paco, qué hacemos con él?  Esto es un sinvivir.

- "La silla no está mal, el color es precioso, peeeeeeero tiene 3 patas sólo" ¿Pero qué leches es ésto, eh, entonces, qué demonios pasa con la silla? Me está empezando a entrar el tic nervioso del ojo, de verdad.


Era divina pero perdió la cabeza 


No, no y no. A mí la palabra "pero" me tiene ofuscada, porque intento evitar usarla, pero claro (<--- hela ahí, la cabrona), hay veces que es inevitable. También podéis pensar que vale, que "pero" es chunga, que tiene otras amigas como "aunque", o "sin embargo" que son iguales, que sirven para lo mismo, y tenéis razón, pero (<--- de nuevo, el dichoso "pero") es que "pero" (ay que lío, que me aturullo) es la peor, es como el "hijo de puta" de las malditas conjunciones, es la más sonora, la que peor cae, la más odiada, la más audaz.

- "'Aunque' es una mierda de palabra, pero 'pero' es mucho peor" Pues eso.

Desde aquí os animo a todos a no utilizar mucho la palabra hostiable de la semana, porque es sinónimo de que no todo marcha bien, de que hay problemas, es la pequeña arruga en tu camisa recién planchada, los cuatro pelos que se te olvidan al depilarte, la uña que se te rompe en tu manicura perfecta, el botón desabrochado de la bragueta, la leche cortada en el café.

Gracias.


(Es justo decir que la idea de esta entrada no es mía... Se la debo a alguien que me la pasó altruistamente para desarrollarla. Es así.)

viernes, 6 de agosto de 2010

A la tercera va la vencida

Vale, ya estaba bien. Ahora sí, ahora sí que había llegado el momento del adiós definitivo. Tres son demasiadas. Tres hostias de realidad no las aguanta nadie, tres hostias contra el suelo son muchas, sobre todo cuando son culpa tuya, porque no estás a lo que estás y se te va la olla pensando en chorradas. La primera ruptura (rotura, directamente, por lo duro) piensas que aún se pueden arreglar las cosas, que no tiene porqué acabar mal todo, que segundas partes pueden ser buenas y que siempre queda la esperanza, que no tiene porqué irse todo a la mierda... La segunda es dura también, sobretodo por inesperada, aunque ya has pasado por lo mismo antes, y te quedas como diciendo "¿qué demonios?", porque parecía que la cosa tiraba, o medio tiraba, eso creías tú en tu pobre delirio, y de repente, pues no, e intentas volver a arreglarlo por segunda vez, como la vacaburra que eres, aunque sabes que va a durar más bien poco... Pero la tercera... Ay amiga la tercera, la tercera ya no, mujer, todo tiene un límite, ni lo intentes vamos. Esta última vez te ha venido bien para saber, ahora de verdad, de VERDAD con mayúsculas, que las cosas son como son y punto, que hay cosas que no se pueden controlar, que todo pasa por algo, que hay que dejar de hacer el gilipollas pensando en cómo vas a hacer que todo vuelva a ser como antes... Que la vida sigue chica, que no pasa nada, que es hora de pasar página, de una vez por todas, mona, que ésto es algo bueno. Pa-sar pá-gi-na. Que sí, mujer, que sí, que tú puedes...

Y vaya que si pasas página... Lo haces y la siguiente hoja del periódico es la parte de economía, que te importa menos que un pimiento pocho, así que la arrancas y con cuidado recoges los cachitos del maldito jarrón que ya se te ha caído 3 veces al suelo y que está en las últimas, que ya da vergüenza hombre, que ya es hora de comprar otro nuevo, que ése lo has amortizado a base de bien durante años, que se ha quedado hecho añicos de la última, no hay nada que salvar del pobre jarrón, que tenía más pegamento que porcelana, chata.

Cómprate otro jarrón, tía, que no son tan caros, y los hay a porrillo.

A la tercera va la vencida

Vale, ya estaba bien. Ahora sí, ahora sí que había llegado el momento del adiós definitivo. Tres son demasiadas. Tres hostias de realidad no las aguanta nadie, tres hostias contra el suelo son muchas, sobre todo cuando son culpa tuya, porque no estás a lo que estás y se te va la olla pensando en chorradas. La primera ruptura (rotura, directamente, por lo duro) piensas que aún se pueden arreglar las cosas, que no tiene porqué acabar mal todo, que segundas partes pueden ser buenas y que siempre queda la esperanza, que no tiene porqué irse todo a la mierda... La segunda es dura también, sobretodo por inesperada, aunque ya has pasado por lo mismo antes, y te quedas como diciendo "¿qué demonios?", porque parecía que la cosa tiraba, o medio tiraba, eso creías tú en tu pobre delirio, y de repente, pues no, e intentas volver a arreglarlo por segunda vez, como la vacaburra que eres, aunque sabes que va a durar más bien poco... Pero la tercera... Ay amiga la tercera, la tercera ya no, mujer, todo tiene un límite, ni lo intentes vamos. Esta última vez te ha venido bien para saber, ahora de verdad, de VERDAD con mayúsculas, que las cosas son como son y punto, que hay cosas que no se pueden controlar, que todo pasa por algo, que hay que dejar de hacer el gilipollas pensando en cómo vas a hacer que todo vuelva a ser como antes... Que la vida sigue chica, que no pasa nada, que es hora de pasar página, de una vez por todas, mona, que ésto es algo bueno. Pa-sar pá-gi-na. Que sí, mujer, que sí, que tú puedes...

Y vaya que si pasas página... Lo haces y la siguiente hoja del periódico es la parte de economía, que te importa menos que un pimiento pocho, así que la arrancas y con cuidado recoges los cachitos del maldito jarrón que ya se te ha caído 3 veces al suelo y que está en las últimas, que ya da vergüenza hombre, que ya es hora de comprar otro nuevo, que ése lo has amortizado a base de bien durante años, que se ha quedado hecho añicos de la última, no hay nada que salvar del pobre jarrón, que tenía más pegamento que porcelana, chata.

Cómprate otro jarrón, tía, que no son tan caros, y los hay a porrillo.

¡Dientes, dientes!

Os quiero contar algo que me ha pasado esta mañana. Hallábame viniendo a mi casa en el autobús de siempre y en el asiento de siempre (penúltima fila de asientos antes de las puertas centrales, lado izquierdo, pasillo) cuando justo a unas diez paradas antes de donde me tenía que bajar, se sube un abuelillo. El abuelillo, bastante cascado ya, sube al autobús y se sienta en el asiento de mi lado (penúltima fila de asientos antes de las puertas centrales, lado derecho, pasillo, esto es, a mi lado pero con el pasillo central entre nosotros). El abuelillo, que no podía ni con las coplas, se agarraba con las dos manos a la barra del asiento de delante, no fuera a ser que en una curva se cayera. El señor mayor (por no volver a llamarle abuelillo) iba haciendo el típico sonido característico de persona colocándose la dentadura postiza, ya sabéis, como un rechinar, como un frisfrisfris, ese típico ruidillo molesto y bastante repugnante, como chupando una piruleta invisible o algo así, ya sabéis a lo que me refiero. Vale. El abuelillo seguía a lo suyo, colocándose y recolocándose y requetecolocándose los dientes sin parar. Efectivamente, os podéis imaginar lo que pasó. Pensad un poco y acertaréis. Pues si, que se le cayeron los dientes de mentira de la boca, al buen señor. Tanto frisfrisfris, pues dentadura al suelo. Yo me percaté cuando el abuelillo ya estaba medio encorvado (más) en el asiento buscando. Lo que pasó a continuación fue todo un festival: cuestas, curvas, acelerones... La dentadura postiza iba dando tumbos de un lado para otro del pasillo del autobús, cogiendo mierda del suelo a su paso... La gente hacía ademán de agacharse desde sus asientos a coger los falsos dientes para devolvérselos al pobre abuelillo, pero claro, era mentira, realmente nadie tenía ninguna intención de coger aquella prótesis llena de babas y guarrería variada del suelo. La escena era así: "¡Uy que casi los cojo!", "ay, ¡por poco!", "cachis la curva, ¡los tenía ya!" como con mucho interés, pero todo de boquilla, absolutamente nadie tenía intención de recoger aquello, era obvio. El abuelillo era el único que hacía por coger la dentadura de verdad (la de mentira, pero con interés de verdad), por la cuenta que le traía, pero su movilidad era bastante limitada... Después de varios minutos de tensión, con el conductor del autobús perdiendo puntos del carné a cada bandazo que daba, los dientes de acá para allá, la gente haciendo como que los cogían pero no y el abuelo pasándolo realmente mal, pues... Digamos que acabaron justo a mi lado. Si. En un semáforo. En el semáforo del Promovid. Aquella maldita dentadura de pega se quedo quieta justo a mi lado, la muy cabrona. El abuelillo me miró con cara de alivio e ilusión, esperando que la recogiera y acabar con el mal momento. Mal asunto. Mal mal asunto. Me tocaba a mí pringar. En el autobús no había mucha gente, y el resto de pasajeros se encontraban lo bastante lejos y disimulaban lo bastante bien ("ale, ya coje los dientes la chavala, sigo con mis sukodus") como para pedir a nadie un pañuelo con el que poder recoger la prótesis del suelo (yo, que soy una persona precavida, no suelo llevar pañuelos en el bolso, ya veis). Menuda tesitura.

Algo había que hacer.

Pues justo era mi parada, así que me levanté, sorteé la dentadura y me bajé del autobús.

¡Dientes, dientes!

Os quiero contar algo que me ha pasado esta mañana. Hallábame viniendo a mi casa en el autobús de siempre y en el asiento de siempre (penúltima fila de asientos antes de las puertas centrales, lado izquierdo, pasillo) cuando justo a unas diez paradas antes de donde me tenía que bajar, se sube un abuelillo. El abuelillo, bastante cascado ya, sube al autobús y se sienta en el asiento de mi lado (penúltima fila de asientos antes de las puertas centrales, lado derecho, pasillo, esto es, a mi lado pero con el pasillo central entre nosotros). El abuelillo, que no podía ni con las coplas, se agarraba con las dos manos a la barra del asiento de delante, no fuera a ser que en una curva se cayera. El señor mayor (por no volver a llamarle abuelillo) iba haciendo el típico sonido característico de persona colocándose la dentadura postiza, ya sabéis, como un rechinar, como un frisfrisfris, ese típico ruidillo molesto y bastante repugnante, como chupando una piruleta invisible o algo así, ya sabéis a lo que me refiero. Vale. El abuelillo seguía a lo suyo, colocándose y recolocándose y requetecolocándose los dientes sin parar. Efectivamente, os podéis imaginar lo que pasó. Pensad un poco y acertaréis. Pues si, que se le cayeron los dientes de mentira de la boca, al buen señor. Tanto frisfrisfris, pues dentadura al suelo. Yo me percaté cuando el abuelillo ya estaba medio encorvado (más) en el asiento buscando. Lo que pasó a continuación fue todo un festival: cuestas, curvas, acelerones... La dentadura postiza iba dando tumbos de un lado para otro del pasillo del autobús, cogiendo mierda del suelo a su paso... La gente hacía ademán de agacharse desde sus asientos a coger los falsos dientes para devolvérselos al pobre abuelillo, pero claro, era mentira, realmente nadie tenía ninguna intención de coger aquella prótesis llena de babas y guarrería variada del suelo. La escena era así: "¡Uy que casi los cojo!", "ay, ¡por poco!", "cachis la curva, ¡los tenía ya!" como con mucho interés, pero todo de boquilla, absolutamente nadie tenía intención de recoger aquello, era obvio. El abuelillo era el único que hacía por coger la dentadura de verdad (la de mentira, pero con interés de verdad), por la cuenta que le traía, pero su movilidad era bastante limitada... Después de varios minutos de tensión, con el conductor del autobús perdiendo puntos del carné a cada bandazo que daba, los dientes de acá para allá, la gente haciendo como que los cogían pero no y el abuelo pasándolo realmente mal, pues... Digamos que acabaron justo a mi lado. Si. En un semáforo. En el semáforo del Promovid. Aquella maldita dentadura de pega se quedo quieta justo a mi lado, la muy cabrona. El abuelillo me miró con cara de alivio e ilusión, esperando que la recogiera y acabar con el mal momento. Mal asunto. Mal mal asunto. Me tocaba a mí pringar. En el autobús no había mucha gente, y el resto de pasajeros se encontraban lo bastante lejos y disimulaban lo bastante bien ("ale, ya coje los dientes la chavala, sigo con mis sukodus") como para pedir a nadie un pañuelo con el que poder recoger la prótesis del suelo (yo, que soy una persona precavida, no suelo llevar pañuelos en el bolso, ya veis). Menuda tesitura.

Algo había que hacer.

Pues justo era mi parada, así que me levanté, sorteé la dentadura y me bajé del autobús.