domingo, 7 de marzo de 2010

2, 4, 6...

Iba en el Metro la típica niña con dos coletas, faldita y botas de agua. La niña iba dando vueltas en una de las barras que están justo en medio del vagón. La madre iba sentada en el asiento que quedaba más próximo a la barra, controlando a la niña. El vagón iba bien de gente, ni muy lleno, ni muy vacío, lo normal.

La cosa es que la niña iba recitando, mientras daba vueltas en la barra sin parar, la lista de los números pares. "Doooosssss, cuaaaaaatroooo, ssssssseeeeissss,..." así tal cual, atrastando mucho las letras y sin prisa, en la forma típica en la que hablan los niños pequeños. Todo el vagón la miraba en plan "ohhh que moooona", también arrastrando mucho de forma cursi las palabras en su pensamiento. La niña seguía dando vueltas. "Dieciseeeeeeis, diecioooocho, ehhh, uhhhh, veeeeeinteee" mientras la madre iba moviendo la cabeza aprobando cada palabra de su hija. Y seguía. "Cuarenta y dossssss, cuarenta y cuaaaatrooo, cuarenta y seeeeeissss". Qué mareo. No lo digo por la niña, que seguía dando vueltas y más vueltas, sino por mí, que tenía la cabeza como un bombo ya de tanto número par. El resto de la gente del vagón también empezaba a incomodarse... Sus caras ya no decían "que mona" sino "que cansina, la madre que la partió que está a su lado y no le dice nada a la condenada". Y venga... "Setenta y seeeeeissss, setenta y ooooochoooo, uhhhh, ochennnnntaaaa". Y venga a dar vueltas. Y venga a desgastar la barra. Y dale. Y la madre con su cara de orgullo y sin decir nada del estilo "venga, para ya nena, que molestas a estos señores", y nosotros sin decir "¡señora, a ver si puede ser que su hija deje de dar la tabarra!", pero ya sabéis como va esto, todos hemos sufrido al típico pesado con su móvil que se piensa que es un "loro" y que está en los noventa, y todo el mundo se acuerda de su familia pero nadie le dice nada. "¡Ciennnnnnnnnnn!" (aplausos de la madre) "Ciento dooooooos, ciento cuaaaatro,..." Por Dios y por la Virgen. Un señor que estaba a mi lado sacó una garrafa de gasolina de debajo de su asiento, se la echó por encima y justo en el momento en que se abrían las puertas en una estación se prendió fuego con un mechero y salió del vagón ardiendo y gritando. Allí nos quedamos el resto. "Normal, normal", pensamos todos, "y mucho a aguantado". Y la niña y la madre a lo suyo, como si la cosa no fuera con ellas. "Ciento catoooorce, ciento dieciseeeisss, ..." Una pareja que estaba enfrente mía a la derecha tuvieron sendas combustiones explotáneas espontáneas... Madre mía, lo pusieron todo perdido. "Cientooooo veintiooooochoooooo... Ehhhh, mmmmm, ehhh..." HUY, parece que la niña se ha atascado... "Ehhh, ¿mamá cómo sigue?" ¡DIOS, la niña no sabe seguir! ¡Menudo momento de felicidad en el vagón! Todos nos miramos los unos a los otros con lágrimas en los ojos. Pura alegría. "Mija el que sigue es el ciento treinta" "Ahhhhhh... Bueno, ¡entonces voy a empezar de nuevo y ahora lo haré bien!"

Y empezó de nuevo.

Si.

Empezó de nuevo.


"Personas que van en el vagón de la niña que recitaba los números pares y ahora necesitan ayuda psicológica" Hazte fan.

"Señoras que dejan que sus hijas sean culpables de la muerte de inocentes en el metro" Hazte fan

"Odio cuando voy al trabajo y una niña me recuerda que las matemáticas existen" Unirse al grupo

"Yo también tengo ganas a veces de prenderme fuego a lo bonzo como el señor del vagón aquel" Unirse al grupo

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