martes, 2 de marzo de 2010

Lali y Cristofer

Mi amiga Lali (la llamaremos Lali para proteger su identidad) cargaba con el peso de 2 matrimonios fallidos a sus espaldas. A sus 33 años estaba cansada de los hombres, de relaciones tortuosas, de que todo fuera tan difícil... Había perdido la espezanda de encontrar al hombre de su vida, al real, al físico, al de carne y hueso, al que la salvaría porque era una náufraga. Realmente había perdido el norte sentimental, y optó por una solución drástica: Decidió crearse un novio imaginario. Sí, amigos.

Figuraos nuestras caras cuando nos lo dijo. -"Los niños tienen amigos imaginarios y son tan felices con ellos, no distinguen la realidad de la ficción... Pues para mí uno igual, pero en vez de con 7 años, con 27". Y así fue. Menuda era Lali cuando se proponía algo.

Cristofer (llamémosle así para proteger su identidad) tenía, efectivamente, 27 años. Era sueco, alto, rubio, con ojos azules (Lali era muy de tópicos), con un cuerpo perfecto, unas manos perfectas, un todo perfecto. También tenía 2 carreras, 5 másters y 6 idiomas (venga ahí), además era modelo, actor y cantante (la casa por la ventana, pensamos, que no falte de ná), colaboraba en varias oenegés, le encantaban los niños y no tenía miedo al compromiso. No veas la Lali cómo se lo monta, la paya, nos decíamos entre nosotras. -"Es mi novio imaginario y me lo imagino como quiero, ¡ea!" Pues di que sí.

Lali hizo un cortapega muy fino muy fino con el photoshop... Unos ojos de aquí, una boca de allá, pelo patatín, naríz patatán... Un poco como la peli aquella de los 80 en la que 2 adolescentes se fabricaban a la mujer perfecta, ¿Os acordáis? Pero sin la parte en la que sale del ordenador, claro, que una cosa es una cosa y otra cosa es otra cosa, y por tanto son dos cosas distintas y tal... Y bueno, A LO QUE IBA, que me pierdo: Oye, que no veas tú con Cristofer, le quedó fetén, una hermosura de hombre. Y con 5 másters, no olvidemos. Lali se imprimió varias fotos del muchacho: Una para la cartera, otra para la mesilla de noche, que si ahora una de los dos en Aspen, que si ahora otra en las Islas Caimán (acordaros que a Lali le iban mucho los tópicos.) Y la verdad es que ella era feliz. No, en serio, era la mar de feliz. La leche de feliz. Feliz como nunca lo había sido, y todo gracias a su novio de mentirijillas.

- "Cristofer está en Milán desfilando, no veas chica, me llama cada hora, es super mono..."
- "Pues Cristofer se ha ido a Utopía a erradicar no se qué enfermedad... no veas chica, es que es taaaan solidario..."
- "Pues a Cristofer le han dado el Oscar a mejor actor de reparto, ya ves tú, su primera peli en la que sólo aparece minuto y medio, ¡y sin estudios de interpretación ni nada!"

Que si Cristofer por aquí, que si Cristofer por allá. COÑO YA. La verdad es que la teníamos un poco de envidia, a Lali. La muy perra con su novio perfecto. Perdón, la muy perra con su novio imaginario perfecto, que llegó un momento es que ya no recordábamos si el chico era de verdad o de mentira o qué. Un caos amigos, un caos.

Una mañana, Lali nos llamó a todas para darnos una terrible terrible terrible noticia... Amigos lectores, agarraos: Cristofer se había matado en una curva con su Aston Martin del 73. No, de verdad, en serio. Ese fue el fin de Cristofer. Todas lloramos mucho. Pobre Cristofer. Una vida tan brillante por delante, tan joven, tan listo, tan todo. Y mira. Una desgracia.

La pobre Lali no pudo soportarlo. Se subió a lo más alto de una de las torres Kio y... Bueno, digamos que no dejó un bonito cadáver al caer al suelo. Pobre Lali. Pobre pobre Lali. Su verdadero amor, el de verdad, el que no la fallaba, el que era como ella quería, el hombre perfecto, el que la quería como nadie, muerto en una triste cuneta como un simple mortal.

Menudo plan.

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